La sonrisa empieza a ensancharse en la cara del padre de Oliver. Esta mañana al pequeño de dos años le hacían la primera intervención que ha durado dos horas y media. Se trataba de colocarle una válvula de drenaje del cerebro al estómago para controlar la hipertensión intracraneal y tratar la hidrocefalia. A finales de la próxima semana le extirparán todo o parte del tumor y, una vez se analice, se determinará el tratamiento oncológico que debe seguir el niño. Un tratamiento delicado en el que se intentará minimizar las secuelas que, según Álvaro Lassaleta, coordinador del grupo de temores cerebrales de la SEHOP, pueden suponer pérdida de fuerza en algunas extremidades. Los tumores cerebrales en niños y adolescentes son pocos frecuentes. Cada año se diagnostican en España 250 casos y la mayoría tienen una alta posibilidad de curación. El padre de Oliver asegura que su hijo solo piensa en salir del hospital y su situación, poco a poco, adquiere otro brillo.