El centro emisor visto desde el aire muestra hoy dos flujos ardientes. Exhalan un aliento de vapor de agua y ceniza que deja un panorama de terminales vacíos en el aeropuerto. Contrastan con la imagen de muchedumbre que elige el ferry por previsión o por vuelo cancelado. Ahora el motivo es la ceniza que vemos limpiar de la pista y que mantiene el aeropuerto inoperativo. El viento sopla hacia el norte y las mediciones de la UME revelan que el aire permite todavía trabajar en las zonas de exclusión, mejor con mascarilla y gafas. Otra cuestión es lo que se percibe al respirar. El dióxido de azufre vuelve a estar en el límite de lo asumible. A vista del dron del Instituto Geológico y Minero volvemos a divisar los depósitos de tonos amarillos de esta sustancia acumulados cerca del cono, junto a las plumas blancas de vapor de agua que permiten localizar las fumarolas que siguen emergiendo en las inmediaciones del cráter.