La situación es de muy difícil reconciliación, lo que lleva a un Partido Popular divido en dos. El de Pablo Casado, el de la dirección nacional cuyos miembros, uno a uno, han manifestado su apoyo en redes sociales a su presidente. El tema es la fractura, y eso obliga a los barones del partido a tomar posiciones. A Mañueco, esta vez, no le preguntaban por la formación de gobierno en Castilla y León. Tanto él como Juanma Moreno han preferido alejarse de la guerra interna y se ponen de perfil. Por el contrario, Núñez Feijoo ha dicho que, de ser cierto el espionaje, sería un asunto muy grave. En las baronías, solo el apoyo rotundo del presidente murciano a la dirección del partido. Y la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, señala al secretario general y le pide que se vaya.