Los científicos aprovechan que el volcán está en calma para acercarse con sus drones y grabar lo que las explosiones normalmente no permiten. Un viento ensordecedor les rodea, tan fuerte que arrastra las bombas volcánicas como si fueran de corcho, y al andar se oye el crujir de la ceniza bajo sus pies. Ceniza que hace que la imagen parezca un plano en blanco y negro, porque así colorea todo el paisaje. A los expertos les sorprende el silencio del volcán y se disponen a cumplir su objetivo: el cráter y sus grietas de cerca, sus fumarolas en primer plano, su naturaleza muerta alrededor; imágenes curiosas que muestran un volcán distinto después de 82 días de erupción.