De repente, durante la noche, algo llama la atención en la parte más efusiva del volcán. La lava vuelve a desbordarse. Dos corrientes que, durante casi una hora, rebosan el cono principal e impulsan la colada que se dirige hacia el mar. Un aporte suficiente para que acelere la destrucción de algunas viviendas y plataneras. La pasada madrugada también se agita con el terremoto de mayor magnitud, 5,1, registrado desde que comenzó la erupción, con un remolino de cenizas que destaca en el resplandor de la lava o un telón de humo que se eleva hasta devolverle la oscuridad a la noche de la isla y con la luz del amanecer descubre un nuevo paisaje que parece cubierto de niebla. Se trata de la evaporación de gases y agua tras ser calentados por la lava. Y ya de día se aprecia que la colada situada entre La Laguna y la montaña de Todoque no se ha detenido. Continúa adentrándose en zonas de cultivo e incendiando casas. Dos meses después el volcán sigue condenando a la desaparición terrenos que estuvieron habitados en La Palma.