El vuelo frontal que se eleva desde la superficie brinda la mejor perspectiva para apreciar el cambio. Nos aproximamos a la catarata de lava que cae más profusamente. Pero a su izquierda hay otra, más pequeña, que también alimenta la fajana. Es una situación diferente a la de días anteriores, cuando la lava llegaba al océano desde un único punto en el acantilado. Ahora son dos, pero ambas pertenecen todavía a la colada principal, la que rodea la montaña por el sur. Son dos fuentes de alimentación que siguen devorando los invernaderos situados entre las dos y alimentando una isla baja de lava almohadillada que ya alcanza 29 con 7 hectáreas de superficie.

Otra panorámica permite apreciar el ancho en toda su magnitud; ya ocupa alrededor de un kilómetros en paralelo a la línea de costa, y 35 metros de alto en los picos más elevados sobre la superficie. Aumenta más lentamente en perpendicular a la isla, a medida que el suelo marino que le sirve de base, va ganando profundidad.