La caída del régimen de Asad ha sido tan rápida y tan poco combatida que incluso los rebeldes sirios, que empezaron su ofensiva hace tan solo 10 días, no esperaban su propio éxito. Según anunció la milicia rebelde islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS) al iniciar sus ataques, la intención del grupo era tan solo conquistar varios kilómetros.

Alepo, la segunda ciudad siria, cayó en 48 horas; Hama, la cuarta, dos días después. En los días siguientes, una a una, las capitales de provincia sirias empezaron a caer, sin apenas combates: las fuerzas del régimen anunciaban que abandonaban sus posiciones para evitar muertes de civiles, y que se centraban en la defensa de la capital, Damasco. 

No ha sido así. “La ciudad de Damasco ha sido liberada, y el tirano de Bashar al Asad ha sido depuesto. Este es el momento para el que todos los desplazados, los prisioneros han esperado tanto: el momento de volver a casa, el momento de la libertad después de décadas de opresión y sufrimiento. A todos los refugiados sirios repartidos por todo el mundo: la Siria libre os espera”, han declarado un grupo de rebeldes en la televisión estatal siria.