Todo el poder del Estado, toda su fuerza ha caído sobre los fallidos golpistas, desalojados de su campamento en estos autobuses. Ya solo quedan las tiendas vacías junto al cuartel del que ningún militar ha salido a protegerlos, como lamenta está detenida. Se necesitarán días para identificar a estos 1.200 arrestados más, que se unen a los otros 300 detenidos del domingo, ya acusados de desacato, lesiones, portar armas, hurto, desórdenes públicos y tentativa de Golpe de Estado. Ahora, gracias a todas estas imágenes que los propios golpistas subieron a sus redes, la justicia trabaja para determinar quién hizo qué: quién rompió estos cristales, quién lanzó estas vallas contra la puerta, quién destrozó todo lo que encontró a su paso, desde ordenadores hasta obras de arte. Además, este perfil de Instagram publica primeros planos de los participantes y el ministerio de Justicia ha habilitado un correo electrónico para ayudar a los investigadores. Entre los primeros identificados está un sobrino de Bolsonaro. Porque a pesar de que cientos huyeron, el presidente Lula ha prometido que todo el peso de la ley caerá sobre quienes osaron profanar las sedes del poder ejecutivo, legislativo, judicial.