Las promesas rusas quedan, una vez más, en papel mojado. Poco o nada vale su alto el fuego. Siguen bombardeando corredores humanitarios, edificios residenciales, como un bloque de viviendas en Sumy, y hospitales. Han dejado irreconocible una maternidad en Mariúpol. En medio del caos, los heridos huyen del edificio devastado por la onda expansiva. Mujeres embarazadas que necesitan ayuda para poder escapar. A su alrededor, montañas de escombros entre los que podría haber niños. Ya hay al menos 17 heridos. El ejército ruso se ensaña con la capital del acero. También han acabado con la Universidad. Pero sin duda, el golpe más fuerte se lo llevan los suministros. No hay comida, agua, ni gas desde hace días. Ningún lugar es seguro. En medio del llanto y la tensión, evacuan a la carrera a los niños de un orfanato en Vorzel, un punto crítico por su cercanía con Kiev. Lejos de abandonar sus planes de conquista, los rusos estrechan cada vez más el cerco a la capital. Estoica, resiste quince días después.