Bajo una falsa amenaza de bomba, el presidente bielorruso Lukashenko desviaba al aeropuerto de Minsk, un avión de Ryanair que volaba desde Atenas hacia la ciudad lituana de Vilna. Custodiado por un caza, llegaba a la capital bielorrusa donde nada más aterrizar se destapaba el verdadero objetivo, la detención del periodista opositor al régimen bielorruso Roman Protasevich y su novia. Este joven bloguero de 26 años, llevaba exiliado en Lituania desde 2019. El gobierno de Lukashenko le buscaba por organizar disturbios masivos e incitar al odio social, acusaciones derivadas de estas imágenes. Son las manifestaciones del pasado año en Bielorrusia contra el gobierno por el posible fraude electoral que retransmitió a través de un canal de Telegram. Por ello se enfrentaría a 15 años de cárcel o incluso a la pena de muerte. Un incidente que ha recibido la condena unánime de la comunidad internacional que ha pedido a Europa que actúe con contundencia. La presidenta de la Comisión Europea anuncia sanciones para los responsables del secuestro y pide la liberación inmediata de Protasevich.