La expectación era máxima. A las puertas del juzgado de Minneapolis decenas de personas seguían muy atentas el veredicto del jurado. Al fin llegaba el momento. Derek Chauvin era declarado culpable de asesinato en segundo y tercer grado y homicidio involuntario. Unos cargos por los que el exagente se enfrenta a hasta 40 años de prisión, aunque sin antecedentes penales se reduciría a 12 años y medio de cárcel. Sólo 10 horas han necesitado los 12 miembros del jurado popular para deliberar. Consideran que George Floyd murió por la fuerza excesiva ejercida por la rodilla de Chauvin y no por un paro cardíaco o una sobredosis de opiáceos. Un gran paso para la justicia en Estados Unidos que celebraba el fiscal de Minnesota. El exoficial que en su alegato defendió su inocencia, regresaba de nuevo a la cárcel a la espera de conocer dentro de ocho semanas su sentencia y después de que el juez revocara su fianza.