Jugaba Zverev la primera ronda en el cuadro de dobles del torneo de Acapulco. Había sido un partido tenso, largo, muy igualado que acabó perdiendo. Y ahí fue cuando al tercero del mundo se le cruzaron los cables. Se dirige al juez de silla y empieza a dar raquetazos contra el metal, quedándose muy cerca de golpear los pies del juez que no salía de su asombro. Zverev se sienta unos segundos, pero, lejos de sosegarse, se vuelve a levantar para dirigirse al árbitro a voz en grito y propinar un nuevo golpe a la silla con su raqueta. Una conducta antideportiva que le granjeaba el abucheo del público y la expulsión fulminante del torneo del que era vigente campeón. Este fue el punto de la discordia. Con un 8-6 en el supertiebreak del tercer set, el alemán protesta la decisión del juez de silla que dio por buena una bola de la pareja rival que él consideraba había botado fuera.