La particular batalla de Dani Rovira para superar el linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que afecta a un tipo de glóbulos blancos del sistema inmunitario, sigue cumpliendo los plazos, desde que le fue diagnosticado en el mes de marzo. Si hace uno días el actor anunciaba en las redes sociales que ya había terminado sus sesiones quimioterapia, "los linfomas han desaparecido", contó en esa ocasión, esta vez Rovira ha narrado cómo descubrió que algo no andaba bien en su cuerpo y el proceso de quimioterapia.

En una entrevista con el colaborador de EL PERIÓDICO Juan Carlos Ortega en la cadena SER, el lunes 27 de julio, el protagonista de Ocho apellidos vascos confesaba que la primera señal fue cuando notó un pequeño bulto en la clavícula izquierda y decidió consultarlo con un amigo médico. Este le recomendó que acudiese a un hospital si el bulto no desaparecía a los pocos días. "Ocurrió cuando hacía dos días que habían decretado el estado de alarma en el país, e imaginad lo que me apetecía meterme en el hospital", explicó el actor.

Coincidiendo con la entrevista y con el fin del tratamiento de quimioterapia, Rovira ha publicado en su Instagram una imagen en la que aparece en el centro hospitalario, más delgado y con el pelo rapado y un vídeo en el que revela cómo afronta su lucha contra el cáncer.

MUCHAS HORAS

En la charla, Rovira también relató el duro tratamiento de quimioterapia al que ha sido sometido: "El primer día te hacen un molde que en mi caso se ajusta del pecho hacia arriba incluida la cara y ese molde está superajustado a tu figura que ni puedes engordar ni adelgazar. Te anclan a la cama del acelerador para que cada día la radiación vaya exactamente dónde debe", explicó. "Bueno esto es muy moderno, pero es que no puedes ni tragar", aseguró.

Las largas horas del tratamiento fueron también reseñadas por el actor, aunque como es costumbre en el malagueño supo verle su lado positivo, "con la quimio llegaba al hospital a las nueve de la mañana, me sacaban sangre y en el laboratorio me hacían los jarabes. Eran cuatro bolsas de quimio, intercaladas con bolsas de suero. En total litro y medio que te meten en vena hasta que salíamos de allí a las tres y media de la tarde. Haces amistad con la gente, no te queda otra", afirmó para agradecer también al personal sanitario que lo atendió.

Sin perder el humor, Rovira afirmó que esa "era mejor la sesión de radio que había hecho desde hacía mucho tiempo".