—Manolo, sé que tuvisteis un susto al tener a tu mujer, Mirna, ingresada por una infección pulmonar que, afortunadamente, no revistió mayor gravedad.

—Manolo de la Calva. Bueno, fue un gran susto; se encontraba mal, le tomé la temperatura y tenía 38,5 grados, que para una persona de nuestra edad es mucha temperatura. Nos fuimos a un hospital a tres kilómetros de casa, el Princesa Sofía, donde nos atendieron muy bien. La hospitalizaron enseguida, por cinco días, y a mí me dejaron esperando a ver qué era lo que tenía. Ahora con cualquier cosa creen que puede ser el coronavirus. Estuve en la sala de espera como cinco o seis horas hasta que me dijeron que se quedaba hospitalizada y que me avisarían. Volví a casa solo, y a esperar la llamada. Al día siguiente hablé con ella y le habían hecho las pruebas de covid-19, pero había dado negativo, pero en vez de volver a casa quisieron volver a hacerle la comprobación. En fin, cuatro noches, y menos mal que no había dado positivo.

—Si bien ‘Resistiré’ no resuelve los problemas, sí está demostrando que, durante un rato cada día, sirve para paliarlos.

—Ramón Arcusa. Nos sentimos muy orgullosos al escuchar tantas gargantas entonando nuestra canción, no puede haber mejor recompensa para un artista.

—No habla de intentar resistir, sino que es rotunda: resistiré.

—M. C. Efectivamente y, creo que, siguiendo nuestro estilo, la canción es contundente, sin paliativos. Es un himno de resistencia ante la adversidad. Es una canción desgarradora, pero tiene la certeza de que vamos a ver la luz al final del túnel. Ese en el que ahora estamos metidos.

—Contadme un poco cómo estáis viviendo vosotros, en casa, este confinamiento.

— R. A. Pues como todo hijo de vecino: en casita recluido y aguantando el temporal. El WhatsApp de Manolo y el mío han estado echando humo por el interés de medios, programas de radio, peticiones de todo tipo… y esperando a escuchar en las noticias -yo estoy en Miami- unos números que nos hagan mantener la esperanza de que este virus puede ser más estacional de lo que nos dicen, que poco a poco sabremos más sobre él y cómo neutralizarlo, y aplaudiendo desde nuestro interior a todos los sanitarios que se juegan la vida para salvar las nuestras.

—¿Sois de los que pensáis que las personas van a salir «mejores» de esta experiencia?

—M. C. La gente inteligente, la gente que sepa sacarle partido al momento que estamos viviendo, debería salir mejor y con mayor experiencia de la vida.

—R. A. Tengo la impresión de que hay una fuerza de la naturaleza, superior -no creo en un dios que sea el «culpable»-, que cada 100 años, desde el diluvio universal, dice: «¡Parad!». Y puede ser en forma de guerras, de plagas… Hay muchos datos históricos, pero siempre han sido situaciones para el reciclaje, para volver a empezar; de repensar en lo que hemos hecho mal antes para no caer en el mismo hoyo otra vez. Nos creíamos el rey del mambo y estas situaciones nos ponen ante el espejo. Pero saldremos reforzados, de ello estoy seguro: siempre ha sido así.

—¿Qué les gustaría decir a los lectores confinados o a los que la enfermedad les ha tocado directamente?

— R. A. Lo fundamental, que se sigan lavando las manos a menudo, que lleven, ¡es indispensable! las mascarillas cuando salgan de casa. Que tengan paciencia, y que vamos a salir reforzados y con más ganas de vivir que nunca, si el coronavirus nos permite contarlo. Y tanto a enfermos, como a todas las familias a las que les ha tocado esta lacra, nuestra solidaridad. Son momentos muy duros. Pero debemos mostrar un agradecimiento infinito a todos los sanitarios, a los médicos, a los guardias civiles, a los miembros de la UME, al Ejército, a los bomberos que están cumpliendo con su labor aun a riesgo de sus vidas. Gracias a ellos y a todos, ¡resistiremos!.