Empezó en bares y garitos inmundos, como dice ella, hasta que saltó a Paramount Comedy y después al Club de la Comedia. Desde entonces, Sara Escudero Rodríguez (Arenas de San Pedro, 1981) ha seguido arrancando risas. El humor es el leit motiv de esta abulense y lo ha llevado a otros terrenos, como el interpretativo y el literario. A los monólogos se une su faceta como actriz, presentadora, colaboradora de Zapeando y El intermedio, locutora de radio y autora de tres libros. Incluso ha dirigido y producido tres cortometrajes.

-¿Cómo de importante es el humor en los tiempos que corren?

-Más que nunca. No concibo la vida sin amor ni humor. Es un 50% que se retroalimenta, y más ahora. El humor es un arma de información masiva y puedes decir lo que sea a través de él.

-¿Sabemos reírnos de nosotros mismos?

-En nuestro país tenemos una capacidad de burla genérica maravillosa. Enseguida salen los memes, pero a nivel individual falta un poquito aprender a reírse de uno mismo. Vamos muy bien, pero aún nos hieren cosas que no son ofensivas.

-Dígame una ventaja de este confinamiento, si la hay.

-Casi todo en la vida tiene una parte positiva que, si no es directa, es indirecta. En mi caso, por ejemplo, ahora puedo hacer cosas que antes no podía por tiempo, como tocar el piano y leer.

-Estudió Medicina. ¿Le lleva a pensar que podría estar en primera fila en esta crisis?

-Sí, hice tres años de la carrera. Soy hija de dos médicos y toda mi vida he vivido en mi casa esa entrega que ahora se ve en los hospitales. Siento una gran empatía por el gremio y sé lo que es amar la profesión, que es vocacional, como las artísticas.

-En una familia de médicos, ¿cómo asumieron sus padres su vocación artística?

-Yo no era feliz del todo estudiando Medicina pero fui aguantando. Había empezado esa carrera por miedo a no lanzarme a estudiar Teatro. Tuve mis momentos de crisis emocional y de desmotivación y, al final, me armé de valor y me lancé al teatro.

-Y sus padres, atónitos...

-Lo que peor llevaron fueron los primeros años. ¿Cómo le contaba yo a mi madre que me iba con mi coche a actuar en garitos de mala muerte a las 12 de la noche por 40 euros?

--Empezó como monologuista, luego saltó a la televisión y la radio, donde sigue trabajando. ¿En qué medio se siente mejor?

-Nunca he dejado los monólogos. Ahora no los hago en bares por cuestión de tiempo, pero sigo actuando en teatros, haciendo risoterapia para empresas... Yo soy cómica y cuando colaboro con un programa, voy en calidad de eso.

-¿Risoterapia para empresas?

-Sí. Son talleres muy divertidos e interesantes, se demuestra el poder terapéutico de la risa.

-¿Se atreve a explorar el drama?

-¡Absolutamente! En mayo hice el preestreno de mi tercer cortometraje, Chica, basado en la vida de mi abuela. En él me salí de mi registro habitual, que es la comedia. Además de humorista, soy actriz y me apetecía demostrar esa faceta. Estamos en un país en el que solemos poner etiquetas, y nadie te saca de ahí.

-¿Qué tiene de su abuela?

-Me reconozco en muchas cosas, como su extremado sentido de la justicia, de la coherencia y la lealtad, valores con los que me veo reflejada. No acepto que la gente, pudiendo hacer las cosas bien, no las haga, y se sufre mucho.

-Hace unos días le vimos en ‘Tu cara me suena’ imitando a María Isabel. ¿Se animaría a participar en el concurso?

-¡Estoy deseándolo! Llevaba tres años esperando esa oportunidad. Me tuve que preparar la actuación en dos días; fue agotador y maravilloso a la vez. Ojalá me llamen para la próxima edición.

-¿Cómo se lleva con las redes sociales?

-Las gestiono yo, de una manera muy mala. Cualquier community manager me echaría bronca, porque no pongo hashtags, ni cuelgo cosas, ja, ja, ja. Soy el antipostureo y nunca pienso en el beneficio que puedo sacar de una situación, sino en vivirla. De hecho, no tengo Whatsapp desde hace cuatro años, y eso no me impide seguir conectada con los míos.

-Con lo activa que es, seguro que anda en algún proyecto.

-Estoy escribiendo dos obras de teatro y tengo algún otro proyecto a nivel personal relacionado con la ficción, será sorpresa.