«Estoy tan harta de correr tan rápido como puedo / preguntándome si llegaría más rápido ahí si fuera un hombre / y estoy tan harta de que ellos vengan a mí otra vez / porque si yo fuera un hombre, entonces sería el hombre / sería el hombre». Es el estribillo de The Man (hombre), el último videoclip de Taylor Swift, en el que la artista, de 30 años, se viste de hombre para denunciar conductas machistas. Superó el millón de visualizaciones en unas horas. La estrella norteamericana, artista de la década en los American Music Awards, no da puntada sin hilo y sus videoclips, como sus letras, parecen diarios abiertos. The Man es un himno feminista en el que la cantante, que lo dirige y protagoniza, traza una sátira sobre la masculinidad tóxica presente en la sociedad y lo hace tirando de tópicos.

En las imágenes, Swift se mete en la piel de un alto ejecutivo, una especie de lobo de Wall Street, que cumple uno por uno todos los clichés que se asocian a los hombres de éxito: ostentación, rabia, mal perder, prepotencia… un macho alfa en toda regla. Un tipo que abre las piernas, fuma un puro y despliega el periódico mientras viaja en metro y monta una fiesta en un yate rodeado de chicas en biquini. Detrás de ese hombre con barba recortada, camisas de Versace y trajes a medida está la artista tras pasar unas horas por vestuario, maquillaje y peluquería.

The Man pertenece a su último álbum, Lover, que ha devuelto a Swift al éxito tanto comercial como de crítica, y llega tras el estreno en Netflix del documental Miss Americana, que servía también mostrar lo que supone estar expuesta todo el tiempo al escrutinio público. La gracia del vídeo está también en descubrir los mensajes ocultos y los cameos sorpresa que aparecen mientras Swift canta «Yo sería como Leo [DiCaprio] en Saint Tropez». Por ejemplo, en el vagón de metro aparecen un cartel que hace referencia a Scott Borchetta, el dueño del antiguo sello musical de Swift que se ha quedado con todo su catálogo después de que la cantante decidiera abandonarle, lo que ha obligado a Taylor a volver a grabar todos sus discos para poder seguir interpretando sus antiguos éxitos cuando sale de gira y canta en directo. En otro momento, el protagonista (ella) orina contra la pared. Además de los grafitis con los títulos de sus antiguos discos, en la pared hay colgada una señal de prohibido patinetes, en inglés scooters. Otra alusión a Scooter Braun, el socio de Borchetta. En otra secuencia, la Taylor Swith real, sentada en el silla de director, le pide a la Taylor Swith hombre que repita otra toma, pero que esta vez se esfuerce un poco y lo haga de forma más sexi.