La duquesa de Sussex, Meghan Markle, dio ayer a luz a un niño, que se ha convertido en el séptimo en la línea de sucesión del trono británico y es el octavo biznieto de la reina Isabel II. El nacimiento fue confirmado por el príncipe Enrique a través de un vídeo en su cuenta de Instagram en el que dijo estar «absolutamente emocionado». El niño nació a las 5,26 de la mañana, aunque su llegada no fue anunciada hasta las tres de la tarde, hora de Londres. Tampoco se ha confirmó si el bebé nació en casa, como pretendía Meghan, y de forma natural, o en un hospital y con un parto inducido, como se rumoreó. Todo parece indicar que fue en Frogmore Cottage, la mansión a la que el matrimonio se ha instalado en Windsor. El bebé pesó 3,26 kilos al nacer y tanto la madre como el pequeño se encuentran «sanos y salvos», según explicó el príncipe, que confesó que había estado presente todo el tiempo.

«No he asistido a muchos partos, este es el primero, ha sido maravilloso, absolutamente increíble, y estoy muy orgulloso de mi esposa», expresó el príncipe en un vídeo. Y añadió: «Ha sido la experiencia más maravillosa de mi vida, más de lo que se puede imaginar». También elogió el papel de la mujer y mostró su asombro ante el acto de dar a luz. «Cómo lo hacen las mujeres está por encima de mi comprensión», dijo.

El padre de la criatura afirmó que aún no habían decidido el nombre del bebé (las casas de apuestas daban por hecho que sería niña y se llamaría Diana). En el momento del parto, Meghan estaba acompañada por su madre, Doria Ragland, que lleva días instalada en Frogmore Cotagge y es más que problable que permanezca un tiempo junto a su hija. En el vídeo, Enrique quiso agradecer todas las muestras de apoyo y de ánimo que habían recibido de la gente durante todo este embarazo. Las primeras felicitaciones oficiales llegaron por parte de la primera ministra, Theresa May, y del líder de la oposición, Jeremy Corbyn.

Meghan y Enrique han querido llevar con la máxima privacidad la recta final del embarazo y el nacimiento de su hijo, hasta el punto que han roto con varios protocolos reales. No quisieron, por ejemplo, saber el sexo del del bebé hasta el momento de su nacimiento. Tampoco quisieron que asistieran el embarazo los dos ginecólogos oficiales reales de palacio, Alan Farthing y Guy Thorpe-Beeston, que son lo que ayudaron a la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, a dar a luz a sus tres hijos. Para desconcierto de muchos, Meghan quiso que fuera una mujer y que fuera doctora la que se encargara del parto.

Tampoco quisieron seguir la tradición de presentar al bebé ante la sociedad como hicieron Kate Middleton y el príncipe Guillermo con sus tres hijos, o la difunta princesa Diana en su momento. Meghan y Enrique quieren pasar las primeras horas a solas con su hijo, al menos las primeras 24 horas. Para desespero de muchos medios británicos que han seguido el llamado Baby Sussex al minuto, no se sabe cuándo va a ser presentado a la sociedad. En los próximos días habrá una sesión fotográfica y las imágenes serán entregadas a los medios .

Las especulaciones sobre la inminencia del alumbramiento se habían disparado después de que Enrique cancelara el pasado viernes parte de un viaje oficial a Holanda previsto para mañana. En las últimas horas había trascendido que Meghan, de 37 años, llevaba una semana fuera de cuentas y que, si no daba a luz de forma natural, podrían inducir el parto. Para ello, deberían trasladarla al hospital más cercano, el Frimley Park, que está a 24 kilómetros de Windsor.

El secretismo llegó a tal punto que algunos medios llegaron a decir que el bebé ya había nacido y Buckingham tuvo que desmentirlo. Ayer lo anunció con cerca de diez horas de retraso. Desde hacía 10 días los medios hacían guardia en Windor. Se han tenido que conformar con el vídeo del feliz papá.