Sereno y muy reflexivo en las distancias cortas, Ignacio Jordà González, más conocido como Nacho Vidal (Mataró, 1973), atraviesa, desde hace unos años, una etapa "espiritual", como así la define. Acaba de publicarse la novela 'Mi nombre es Violeta' (editorial Planeta), de Santi Anaya, inspirada en la vida real de Violeta, que es como así se llama su hija menor. Un nombre que consta en el DNI de la niña desde hace pocos días, tras dos años de batalla judicial de sus padres para lograr el cambio de sexo de la pequeña, una niña de 11 años nacida con el nombre de Ignacio.

-Esta novela, ¿ha sido una catarsis o una liberación para usted?

-Ha sido intentar que la gente empatice con la situación de los menores transexuales. Forma parte de un movimiento que se está llevando a cabo y que está generando documentales, libros y que se hable de ello en las escuelas. Al final, se trata de acompañar a esos niños con empatía.

-¿Cuál fue su reacción al escuchar que Nacho, a los 6 años, tenía claro que era una niña?

-Fue un llanto controlado interiorizado. No dejé que ella notara que yo me sentía así. Como padre, nunca quieres que le pase algo malo a tus hijos y yo conozco a muchas transexuales y sé la historia de vida que han tenido, casi siempre muy dura. Cuando Nacho me dijo que se sentía como una niña, como padre me dio mucho miedo, porque solo conocía la parte más oscura, pero no la de la aceptación y la de poder llevar una vida como cualquier otra persona.

-El entorno familiar abierto y liberal en el que ha crecido su hija, ¿ha facilitado las cosas?

-Sí. El mundo en el que se mueve Violeta es de aceptación total. Su hermana, Candela, de 12 años, es muy madura y lo ha aceptado sin problemas. Su hermano, León, no reconoce a Violeta como Nacho. Para él, Nacho se fue y luego apareció Violeta. Y, en el colegio, siempre la han arropado. Sus amigos la adoran e incluso es la delegada de clase. Violeta es una niña muy popular y querida y con un gran corazón.

-¿Ella ha leído el libro?

-No. La novela está basada en una realidad pero, aun así, no quiero que mi hija la lea a los 11 años, porque no quiero condicionarla a lo que le pueda pasar en el futuro. Ahora no es el momento de hacerlo.

-A pesar de su juventud, la historia y la madurez de Violeta han inspirado una novela.

-Sí, y también un documental. Desde hace tres años están rodando uno sobre su vida que se estrenará en el cine, previsiblemente en primavera del 2019. A lo largo de estos años han hecho un seguimiento de mi hija y su evolución, la han grabado en sus cumpleaños, hay entrevistas con la familia...

-Está destapando su faceta más paternal.

-Bueno, yo siempre he dicho que no he nacido para ser padre, pero me ha tocado serlo. Aunque siempre había tenido la idea de formar una familia y tener hijos, soy una persona muy inquieta, viajo mucho y mi realidad es otra. No sé si soy buen o mal padre, simplemente, lo soy.

-Defínase en ese papel.

-Mucha gente me dice que soy muy buen padre por cómo estoy apoyando a mi hija en esta situación, pero, si no lo hiciera, no sería un padre, sino una basura. Uno no puede rechazar a su hijo por ser transexual u homosexual, sino que tiene que aceptarlo como es. Él lo hace contigo, seas como seas.

-También está descubriendo su lado más místico.

-Llevo tiempo metido en la espiritualidad, algo en lo que nunca había creído hasta hace unos cuatro años. Ahora vivo hacia dentro, pienso más tranquilo, he aprendido a respirar y a tener conciencia de quién soy y qué hago aquí.

-¿Cuál fue el punto de inflexión que le llevó a explorar esta espiritualidad?

-La locura de salir mucho, drogarme y cometer muchos errores me llevó a decir "basta" y a plantearme un cambio. Busqué ayuda y la encontré en un guía espiritual que no me cuestiona ni me da consejos. Simplemente, me escucha. Ahora me voy una temporada a México, al desierto, en plan espiritual y sin billete de vuelta.

-No muy lejos de Honduras, donde demostró sus habilidades como superviviente. ¿Le apetecería participar en otro 'reality'?

-He aprendido a no decir "de este agua no beberé", porque todo es posible. He de decir que me encanta 'MasterChef', porque cocino muy bien y me gusta comer bien. De hecho, soy mejor cocinero que actor porno.

-También ha hecho varios cameos en el cine convencional. ¿Tiene algún proyecto en este terreno?

-Sí, estoy metido en uno con el que llevo unos 10 años. Es una película de artes marciales que se llama 'Extremo' y formo parte del reparto, junto con actores como Óscar Jaenada. Espero que vea la luz pronto.

-¿Cómo se imagina de aquí a una década?

-Como terapeuta emocional. No ayudando, sino acompañando a quienes han pasado de la oscuridad a la luz.

-¿Alguien parecido a Pedro García Aguado?

-Sí, puede ser. Me gusta sentir que he aportado algo en el cambio de alguien.