En la capilla del Palacio de Saint James, el lugar donde reposaron los restos la princesa Diana, fue bautizado ayer en la intimidad su nieto, el príncipe Jorge, de tres meses de edad. El robusto bebé, que no había sido visto en público desde su nacimiento, entró en el templo en brazos de su padre, el príncipe Guillermo. Para la ocasión iba vestido con la copia de un faldón de encaje y seda diseñado hace 172 años por la reina Victoria, que han utilizado varias generaciones de la realeza inglesa. Tras el oficio religioso, su madre, Catalina, lo llevó en brazos.

A la ceremonia de quien está llamado a ser un día rey de Inglaterra apenas asistieron una veintena de invitados. Los duques de Cambridge eligieron para apadrinar a su hijo a siete amigos, rompiendo así con el protocolo. La prima del príncipe, Zara Tindall, fue el único miembro de la familia real que actuó como madrina. Junto a ella, una compañera del colegio de Catalina, Emilia Jardine-Paterson; un amigo de la pareja, William van Cutsem; un compañero de la universidad, Oliver Baker; el que fuera secretario privado de Guillermo y Enrique, Jamie Lowther-Pinkerton; el hijo del duque de Westminster, Hugh Grosvenor, y Julia Samuel, amiga de la princesa Diana. Solo los bisabuelos, Isabel II y su marido, el duque Edimburgo, el príncipe Carlos, su esposa, Camila, y el príncipe Enrique estuvieron presentes. Por parte de los Middleton acudieron los abuelos maternos y sus hijos, Pippa y James. El oficio religioso corrió a cargo del arzobispo de Canterbury.