Dejando atrás las tensiones políticas que tienen a su Gobierno en vilo, Silvio Berlusconi viajó el pasado fin de semana a su retiro en la Costa Esmeralda de Cerdeña, Villa Certosa, para pasar unos días de vacaciones en familia, acompañado de sus hijos Luigi y Barbara, dos de sus nietos, Alessandro y Edoardo, y algunos amigos. Este año no habrá, pues, grandes fiestas ni invitados ilustres en la famosa residencia del primer ministro italiano, recordada porque allí tuvieron lugar escandalosas fiestas. "He venido a pasar unos días tranquilo y a ejercer de abuelo", explicó Berlusconi a su llegada a la localidad de Porto Rotondo.

Y a pesar de sus deseos de relax y tranquilidad, no había transcurrido ni un día desde su llegada a la isla y ya estaba Il Cavaliere dándose un baño de masas en la plaza de Porto Rotondo. El primer ministro italiano, consciente de que en Cerdeña juega en casa, salió con su hija Barbara y sus nietos a comer una pizza pomodoro a un restaurante de la localidad, y allí saludó a sus admiradores, se dejó querer y presumió de familia.

Berlusconi dio cuenta a quien le escuchaba de las facultades vocales que su nieto Alessandro ha heredado de él, que trabajó como cantante en cruceros en su juventud: "¿Lo ven? Todavía es muy pequeño, pero ya sabe 20 canciones en inglés y tiene una entonación muy buena", presumió el orgulloso abuelo.

Según cuenta el diario La Stampa, una de las comensales del restaurante en el que cenó Berlusconi se acercó a él y le pidió que se quedara en Cerdeña y no vendiera la mansión de Villa Certosa, a lo que el político respondió dando explicaciones de su decisión: "Me han profanado la casa. Han sido malos...".

Mientras la venta no tenga lugar --hay ya dos magnates rusos, dos jeques árabes y un empresario londinense interesados en pagar los 450 millones que pide el primer ministro italiano por su residencia-- Berlusconi sigue disfrutando sin complejos de su lujosa propiedad. El lunes mismo se dejó ver muy sonriente en los límites de sus 80 hectáreas de terreno saludando a los bañistas que tomaban el sol en una de las calas cercanas.