"Me recuerda mucho a su padre". Luis Medina, el hijo de Nati Abascal, se atusaba la barba y fruncía el ceño mientras meneaba el cuerpo al son de la música de esa niña llamada Coco Sumner. Y sí, la verdad es que esa chica desgarbada, despeinada y desaborida recuerda mucho a Sting. No lo hace mal, pero los genes no perdonan, y su voz tiene la marca del cantante británico. Lo demostró el miércoles en Madrid, donde actuó tras el desfile de Mango con su banda, I blame Coco , para promocionar su nuevo disco. Una actuación que podría haber firmado cualquier banda de homenaje a The Police .

La jovencita encorvada, acaso por el peso que arrastra por ser hija de quien es, podía haber sido la estrella de la fiesta, pero prefirió refugiarse tras esas greñas de estudiante resacosa y charlar y beber y reír con sus cuatro compañeros de banda en la azotea del Círculo de Bellas Artes. Tampoco los invitados le hicieron mucho caso. Un pitillo tras otro, una llamada al móvil tras otra (ya de madrugada seguía hablando por teléfono)- No aceptó preguntas de la prensa y solo concedió unas frases a la organización; eran del tipo "es la segunda vez que visito España y estoy muy contenta de estar aquí con Mango".

Su actitud no animaba a felicitarla por lo bien que había imitado a papá en la escasa media hora que se colgó la guitarra al cuello. Un "estoy contenta de estar aquí" balbuceado en inglés y, en un castellano tan enclenque como ella, un "muchos buenos" (¿trataba de decir muy buenas?) y un par de "grasias" fueron sus únicos guiños al público.

Coco (aspecto masculino, andar patoso, espalda encorvada, gafitas de quita y pon, shorts, camisa azulada y botines) fue contratada por Mango para cantar, pero bien podría haberlo hecho para desfilar aquella tarde. Ha sido modelo, pero ahora se centra en la música.

LOS CODOS AFILADOS Sudaron todos, los modelos (la estrella fue Elettra Wiedemann, hija de Isabella Rossellini) y los 300 invitados, anónimos y famosos (Genoveva Casanova, Almudena Cid, Kira Miró, Helen Lindes, Paloma Lago, Carla Nieto...). Los segundos, además, tuvieron que pasar a una sala donde la educada prensa internacional se vio atropellada durante casi una hora por los plumillas nacionales, con los codos más afilados.

Sudó también Jaime de Marichalar cuando un espontáneo le espetó a su llegada "¿cómo está el Rey?". Y Nati Abascal cuando escuchó que su rival, Carmen Lomana, andaba por ahí (dicen las malas lenguas que la tiene vetada). Y Alaska, de tanto abrazarse a amigos y conocidos. Y Boris Izaguirre, de tanto exponerse a las cámaras. Y, sí, sudó Coco. Al final de la fiesta, se subió a una tarima y bailó como la joven de 19 años que es. Ya no iba tan encorvada; había olvidado el peso del apellido Sumner.