‘La rama verde’. Autor: Eloy Sánchez Rosillo. Editorial: Tusquets, Barcelona, 2021

Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) ha publicado diez libros de poemas: Maneras de estar solo (1978), Páginas de un diario (1981), Elegías (1984), Autorretratos (1989), La vida (1996), La certeza (2005), Oír la luz (2008), Sueño del origen (2011), Antes del nombre (2013), Quién lo diría (2015) y La rama verde (2020). La mayoría, publicados en Tusquets, al menos desde hace veinticinco años. También públicó la antología Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2017 (2018) y más reciente fue Hilo de oro (Antología poética, 1974-2011), en la interesante edición de José Luis Morante en Cátedra (2014). Es premio Adonáis (1977) por su primer libro y Premio Nacional de la Crítica (2005) por La certeza.

Conviene decir que la poesía de Eloy Sánchez Rosillo no la encontramos en ninguna de las líneas o tendencias de moda o mediáticas. Es otra poesía, al margen, al extremo, pero sin estridencias de lenguaje ni forma. Tan cercana de hoy y de mañana que casi difumina el pasado y el futuro, a pesar de la datación de sus poemas que siempre figura al final de cada uno de sus libros, una nota final con la fecha en que fue escrito cada texto, aunque sólo es un procedimiento, pues basta con leerlos y toda temporalidad se desvanece en su vocación de instantes y momentos sucesivos. No hay repetición en sus libros, sino el hallazgo una y otra vez de la emoción que nos produce las cosas de diario que se viven y vivimos. No es una poesía al uso y en consonancia a lo que nuestra crítica literaria nos tiene mal acostumbrados y peor educados, de bombo y platillo, premios y otras lisonjas, «poetas como si fueran científicos que nos salvan de alguna enfermedad o inventores que nos iluminan de nuevo». Es otra clase de poeta. Y, sin embargo, no son pocos los reconocimientos que reciben sus libros. Una poesía aparentemente sencilla y, si queremos apurar, hasta simple a primera vista, no cuando se lee detenidamente, con un discurso personalísimo y al mismo tiempo de todos, sus ingredientes e identidad no son otros que la vida misma, con todos sus horizontes y miradas. Poesía para leer en silencio, no del silencio, para disfrutarla en soledad, en la intimidad de nuestra habitación o en un paisaje alejado de ruidos y espejos o una playa a deshora y solitaria. Emoción y vibración de lo verdadero, de lo sentido y vivido es lo que desprende su poesía, y de manera especial estos poemas de su nuevo libro La rama verde.

Sesenta y cuatro poemas escritos entre 2015 y 2019, en un libro sin capítulos o apartados. Poemas de momentos inocentes, de profundidad insondable, de las pequeñas cosas y humildes, tal vez porque las vemos y tocamos a diario y nos parecen tan comunes que pocas veces nos detenemos en ellas, en su mundo y vida, vamos demasiado deprisa para que esos instantes tan nuestros y propios de gozo, que muchos soslayan o enmascaran o piensan como inconfesables para una poesía de altura. No son los temas lo que da ese nivel poético. La poesía de Eloy Sánchez Rosillo no es de marca y troquel y tampoco está en la superficialidad de las modas. Es una poesía de siempre, la que eternamente está ahí delante de nuestros ojos.

No es gratuito que el primer poema del libro se titule Duración, tal vez con doble sentido de las cosas y de la lírica que tiene que subsistir y supervivir a nosotros mismos. Nos dice: «Dentro de la leyenda del vivir,/ que el minucioso olvido/ desordena y desdice,/ el sueño aquel primero/ de la niñez no se ha desvanecido». Y en el poema «Hablo aquí del comienzo»: «es ahora el momento de volver al principio,/ de hablar de aquel comienzo,/ porque si no ya cuándo. Aunque debo decir/ que cualquiera que lea como debe leerse/ los versos que a lo largo de tantos años hice/ advertirá enseguida/ que jamás traté en ellos de ninguna otra cosa». Son estos versos una declaración de toda su obra, una verdadera descripción de lo acontecido hasta llegar, y no de paso, hasta el presente entre una posible historia literaria que sabe que en el camino hay pasado como si fuera hoy mismo, y la memoria, tan importante en la poesía, para rescatar y actualizar sentidos y caminos.

El tema del amor en Al mirar lo vivido: «el amor lo era todo, y no lo supe/ no lo supe del todo a cada instante./Algo mío muy puro lo intuía,/ pero yo me ofuscaba en otras cosas». En «La hermosa hoguera»: «Hay que apartarse a veces del amor/ para, de lejos, verlo por entero./ Y cuando al fin llegamos/ al punto más remoto de la noche,/ miramos desde el hosco desabrigo/ hacia el lugar en el que el amor ardía». De nuevo el poeta mirando hacia atrás, a lo vivido, pero rescatando lo no perdido del todo. En el poema «Fe»: «La casa está dispuesta. Ven si quieres./ Aunque en la espera haya/ tanta inquietud, tanto desasosiego,/qué dulce es esperarte./ Acaso en el anhelo de aguardar/ se cumpla el don más alto del encuentro».

Son solamente ejemplos de un libro donde vale la pena existir todavía en el mundo que respiramos, que nos habla del amor, la naturaleza, los paseos por la ciudad. Ejemplos para llevarnos a ese mundo donde todos nos encontramos, conversacional y vestido con el traje de la mirada. Y en el sentimiento del tiempo de Ungaretti.