T ras triunfar con Yuli , Icíar Bollaín quería hacer una comedia, hablar de «cosas serias, como la autoestima», pero «desde el humor y la alegría». Así nació La boda de Rosa , una historia de personajes que viven situaciones reconocibles, cosas que, forma u otra, pueden pasarle a cualquiera.

«Cambiar de actitud y de manera de funcionar no se hace en diez minutos; psicológicamente empiezas a cambiar a partir de un momento, en la película -precisa-, la boda. Es decir, a partir de que quiere cambiar. Ahí empieza el trabajito diario. Cuando se toma la decisión de cambiar, entonces empiezas a respirar».

La cinta abre el 23 Festival de Málaga, cinco meses después de lo previsto, ya que hubo que retrasar el certamen a causa de la pandemia, de modo que ahora, entre las más exigentes medidas de seguridad, se inaugurará, contra viento y marea, el viernes que viene.

La boda de Rosa cuenta la odisea de una mujer madura que quiere empezar una nueva vida, un personaje en el que se reconocerán cientos de Rosas y de «Rosos», apunta la directora, que la comprenderán mejor que nadie.

Un argumento con final feliz, casi de cuento de hadas cuya esencia es el compromiso de una mujer entregada a los demás que decide «casarse» consigo misma y se promete respeto, amor, lealtad.

Bollaín firma el guion junto a Alicia Luna, las mismas cuatro manos de Hola, ¿estás sola ? (1995), primer trabajo de Bollaín con Candela Peña.

La actriz, con la que Bollaín coincide después de 17 años, tras Te doy mis ojos , acude a la presentación de la película en Madrid de amarillo radiante, esculpida en un modelazo de Redondo Brand, a juego con su estado de ánimo.

Peña estrenará pronto la segunda temporada de «Hierro», la serie de Movistar que le ha devuelto al mundo de los premios, y durante la cuarentena que hizo en la isla canaria donde le pilló rodando la segunda temporada, cuenta que ha escrito una serie propia, que ya tiene en marcha, con sus amigas Lorena Castell y Pilar Castro.

«No tengo mucho que ver con Rosa, de hecho creo que a los productores les costó verme, pero creo que dentro de mí también habita una mujer muy frágil, entregada a los demás, aunque sea de otra manera, y que cede sus derechos muchísimo. Lo he hecho siempre -dijo ayer la actriz a Efe -, he crecido sabiendo que tendría que renunciar a cosas».

También cuenta que antes de componer a Rosa, «decidí que me tenía que comprometer conmigo misma o no podría hacerlo, pero no hablo de esta cosa tan idílica que se ve en la película, sino de la vida».

Peña, que concurre al certamen malagueño con dos películas -la otra es Black Beach , de Esteban Crespo- no quiere dejar pasar la ocasión de reivindicar la cultura, porque cree que se la está relegando. «Los aviones y los trenes vienen llenos, yo soy la hija del bar de al lado del cine de mi pueblo (Gavá) y soy lo que soy gracias a ese cine y a que esas historias me han salvado la vida». H