Paul Greengrass llevó la saga hasta el cielo del cine espectáculo, pero Doug Liman, futuro director de Al filo del mañana, hizo un valioso trabajo de artesano en este thriller de ritmo casi relajado en comparación con sus sucesoras. La escena clave: Bourne conduciendo un Austin Mini Cooper a través de París para huir de la policía y la CIA. ¿Inspiración para el remake de The italian job?

Donde Greengrass aplicaba las enseñanzas de Gillo Pontecorvo y el enfoque semidocumental de su anterior Bloody sunday (2002) a una película de espías y acción y sacudía las retinas. Pero no solo eso, también corazón y mente, porque Bourne es un personaje con conciencia; y quizá la escena clave sea ese clímax final íntimo de confesión y redención en Moscú.

La sintonía entre Greengrass y el montador Christopher Rouse alcanza quizá su cénit en esta tercera entrega, premiada con el Oscar al mejor montaje; también se llevó dos de sonido, porque aquí el sonido aporta tanta información como la imagen. Escena clave: todas, una por una, con mención especial para el momento de caos en la estación de Waterloo.

Intento fallido de rehabilitar la saga con un nuevo actor al frente: el otras veces más convincente Jeremy Renner. Empieza igual que la primera entrega, pero, pese a los esfuerzos del guionista habitual Tony Gilroy, ahora también director, no es lo mismo. La acción realista queda a un lado: aquí el héroe toma pastillas misteriosas para rendir hasta lo sobrehumano.