Ricky Martin estuvo muchos años viviendo en silencio su homosexualidad, engañándose a sí mismo y a los demás. Hasta que, en una crisis liberadora, dijo basta y salió del armario. Ayer confesó otra crisis, aunque no calificó así su idea de abandonar la música para dedicarse de lleno a la filantropía. Le pararon los pies; le convencieron de que siguiera trabajando en la música porque de este modo ayudará a solucionar muchos problemas gracias al altavoz que le confiere su fama. El cantante desveló el secreto durante una visita a Puerto Rico, donde inauguró el Centro Tau, una institución educativa integral que combate los malos tratos a los niños y que ha sido levantada gracias a las aportaciones de su fundación.

EL PODER DE LA VOZ Los logros de la entidad que lleva su nombre le llenan tanto a Martin que un día decidió volcarse en ella y abandonar el show business . "En algún momento pensé dejarlo todo para dedicarme única y exclusivamente a mi activismo --explicó--, y mis grandes mentores dentro del mundo de la filantropía me dijeron: 'Estás loco, necesitamos voces tan poderosas como la tuya que estén frente a las cámaras, que constantemente estén creando conciencia de lo que esta sucediendo con la trata humana; tu voz es más poderosa haciendo las entrevistas necesarias, parándote en tus conciertos hablando del tema, que aquí'".

Martin les respondía que estaba "cansado de cabildeo". "Yo no quiero oír más hablar de leyes, yo quiero meterme con los niños, trabajar directamente con ellos, subirme las mangas y trabajar", argumentaba a su círculo íntimo. Pero no le dejaron a pesar de que es un reconocido filántropo: fue nombrado Persona del Año 2006 por la Academia Latina de grabación por ser, entre otras cosas, un "apasionado humanitario"; es embajador de Unicef; ha creado el proyecto People For Children para luchar contra el tráfico y la explotación sexual infantil, para el que participó en varios conciertos benéficos, y ha recibido decenas de premios por su labor solidaria.

Su consuelo es que, ahora que ya funciona la nueva escuela, irá a menudo con sus hijos, Matteo y Valentino. "Quiero que jueguen por estos pasillos", explicó a ¡Hola! El intérprete de Livin' la vida loca se desvive por sus gemelos, nacidos de un vientre de alquiler, mientras compagina su papel de padre con la grabación de un disco, la preparación de una gira y la colaboración en la edición mexicana de La Voz (también ha sido coach en la de Australia, y ha sido invitado en la de Italia y el Líbano).

Tan a gusto se siente como papá que tiene previsto ampliar la familia tras haber roto con su novio, Carlos González. El año que viene, cuando acabe sus actuales proyectos, espera tener una niña, aunque no ha dicho cómo lo hará para conseguirla. "Cuando llegue la bebita de papá, yo quiero estar en mi año sabático", zanjó.