Para el cordobés medio, bajo el paraguas de la zona residencial del Brillante --término que realmente solo da nombre a una gran avenida-- se engloba un conjunto de barrios como el Tablero, Sansueña o el Patriarca. Este área de la capital cordobesa, residencial y de un nivel adquisitivo medio--alto, siempre ha vivido en cierto modo aislada del resto de barrios de la capital. Su fisonomía de casas adosadas o chalets, y la problemática para ir y venir de estas zonas para quien no goza de vehículo propio, ha propiciado durante años que, no solo el vecindario se viera obligado a hacer vida casi siempre fuera de las lindes de su barrio, sino que además ha impedido que el resto de la ciudadanía cordobesa disfrutara de una zona excepcional como ésta, sobre todo en estas fechas del año en que la diferencia térmica entre el centro de la ciudad y la de esta zona al norte oscila en torno a los tres o cuatro grados.

Sin embargo, al margen del reciente expansionismo de la ciudad, poco más ha cambiado para que esta zona de la capital se haya revitalizado en apenas cinco años. La respuesta es simple y llanamente el efecto dominó. La proliferación de la oferta de ocio ha hecho resurgir a todo este conglomerado de barrios, impulsando a los locales ya existentes y allanando el terreno a los que estuvieran por venir. Y es que, como bien apunta Juan Miguel Jiménez, encargado de la quesería y coctelería El Agua, situado en el Tablero, "cuando solo hay un sitio no va tanta gente. Yo creo que entre bares no hay competencia porque cada uno se especializa en algo, aquí debería haber 20 bares más".

Y para muestra, un botón. Buena prueba de esta proliferación de la oferta de ocio en la zona es el Tablero. Según comentan los encargados de los locales allí instalados, hace unos 20 años ese pseudo centro comercial gozaba de una gran acogida, pero las quejas de los vecinos por problemas acústicos acabaron por socavar la buena marcha del mismo. Sin embargo, entre el 2005 y el 2007, la zona volvió a resurgir de sus cenizas, primero con la inauguración del Centro de Ocio Norte, que aglutinaría cines y restaurantes, y dos años después con el estreno del bar Salmuera, la primera apuesta con éxito en el barrio tras muchos años. Una de las que ostentan mayor potencial es el De Cine, la apuesta de un joven emprendedor cordobés que, cansado de que "abusaran" de él en Madrid, decidió buscarse la vida por su cuenta. El local abre sus puertas por primera vez el jueves próximo y su promotor, Julio Pérez, rebosa entusiasmo en estado puro. Como cocinero profesional, aporta la esencia al negocio; la idea básica es ofrecer caña y tapa por 2 euros, pero no un aperitivo cualquiera, sino mini molletes de Antequera y tapas de diseño, algo que el público comienza a demandar cada vez más.

Pero hoy por hoy, el dueño y señor de la zona es El Barrilero, y así lo corrobora el lleno total que registra cada noche. Una cervecería que arrancó prácticamente como un local para reunirse con los amigos, según nos cuenta el encargado del local, quien también asegura que el alto nivel adquisitivo de su clientela "da mucha facilidad al negocio, aunque también son más exigentes", pues la mayoría de sus clientes son de la zona. Casi contiguo está la ya nombrada quesería y coctelería El Agua. Juan Miguel Jiménez, responsable del local, asegura que su negocio se encuentra menos afectado por la crisis de lo que pueden estar empresas similares en otro barrio, algo que subrayan otros muchos restauradores de la zona con una clientela menos juvenil. Jiménez también reivindica el papel de la terraza y la visibilidad del interior del local, aportando la interesante reflexión de que "el escaparate en un bar es más importante que en una tienda".

Otro de los emblemas, no ya de la zona, sino de la ciudad, al que acuden jóvenes de toda la capital, es la terraza de verano Don Juan. Allí, como siempre, sigue triunfando la jarra de tinto con limón, como explica su encargado, Mario Pérez, quien también asegura que su local sí se ha visto afectado por la crisis, con una caída en las ventas de un 30 por ciento aproximadamente, lo que deja entrever que conociendo el modelo de negocio, y por ende, el tipo de clientela, se puede pronosticar en qué medida un negocio se ha visto afectado por la crisis. Por su parte, el Patriarca Café, junto al colegio La Salle, cuenta con un modelo de negocio y un horario mucho más amplio. Su dueño, Javier Luque, asegura que su "clientela es mucho más fija, la gente se mueve menos de abajo a arriba", algo que viene a confirmar lo ya expuesto sobre la facilidad con la que cuentan aquellas zonas en que se concentra más de un local. Respecto a la crisis, trata de desmitificar la inmunidad de los establecimientos de esta zona: "no es tan fácil, quien más tiene, más debe. Se ha notado que la clientela fija ha bajado".