custodiarlas. La que se considera una de las obras arquitectónicas más bellas de la humanidad, el Partenón, fue salvajemente expoliada a principios del siglo XIX por Lord Elgin. El que fuera embajador del Imperio Británico en Constantinopla arrancó la mayor parte escultórica del edificio --creando daños irreparables-- para decorar su mansión en Escocia, según unos, y para preservarla de la contaminación, según otros.

La historia que acompaña las piezas de Miguel Angel o a Las Meninas tiene más que ver con la perfección estética, en el caso del italiano, y con la compleja composición del lienzo y sus diferentes interpretaciones, en la obra de Velázquez. ¿Y qué historia esconde el Guernica ? Es el único cuadro con intención política pintado por Picasso como homenaje a los civiles muertos en el bombardeo de la ciudad vasca y realizado por encargo de la República. El lienzo se ha convertido en símbolo de los horrores de la guerra y de la lucha contra el fascismo. Y el hecho de que el malagueño prohibiera su vuelta a España hasta el fin de la dictadura ayudó a engrandecer su leyenda. El Guernica regresó en 1981 en medio de una gran expectación y desde entonces no ha vuelto a salir del país.

Pero esta no es nada comparada con la pasión que se vive por La Gioconda , posiblemente la obra más reproducida del mundo y con más gadgets --el último, un dulce de la prestigiosa pastelería Fauchon de París--. Mateos se muestra convencido de que en un hipotético cuestionario en el que se preguntara el nombre de una obra de arte "el 99%, en todo el mundo, respondería La Gioconda ". Los enigmas que la rodean y el hecho de que Da Vinci no se desprendiera nunca de ella han ayudado ha engrandecer su historia pero "la fama se la debe al robo que sufrió a principios del siglo XX. La convirtió en una estrella mediática", afirma Mateos. "Es un valor seguro --prosigue--. Todos los visitantes del Louvre van a verla. El museo lo tiene claro y entres por la puerta que entres las señales te indican su ubicación".

Pero la fama tiene doble cara también en el arte. Genera muchas visitas, pero su lado negativo "es que el turismo de masas va a la caza de obras iconográficas y no le interesa nada más, es capaz de ir al Louvre a ver La Gioconda y puede olvidar la Victoria de Samotracia o ir a Londres por los mármoles del Partenón y no visitar El matrimonio Arnolfini , de Van Eyck", lamenta Mateos.