ENTREVISTA | Elena Lázaro Ganadora del Premio Nacional de Ensayo Feminista Celia Amorós

«No debemos obviar algo tan relevante como la sexualidad»

Elena Lázaro presume de ser divulgativa y, a pesar de ello, ser premiada.

Elena Lázaro presume de ser divulgativa y, a pesar de ello, ser premiada. / Manuel Murillo

El Instituto de las Mujeres ha otorgado el Premio Celia Amorós de Ensayo Feminista a Elena Lázaro Real, doctora en Historia por la Universidad de Córdoba y coordinadora de la Unidad de Cultura Científica de la institución, por el ensayo Feminismos y sexo. Una mirada histórica al origen del pensamiento feminista español sobre el deseo sexual de las mujeres, basado en su tesis doctoral Discursos y prácticas sexuales femeninas en España. 1870-1931.

¿Qué supone recibir este reconocimiento?

Podría ponerme intensa y profunda, pero lo único que se me ocurre es responder que estoy feliz; de una manera casi infantil. El jurado ha destacado de mi trabajo el carácter divulgativo del texto. Para mí, no hay mejor reconocimiento que personas expertas valoren mi capacidad para hacer entender un tema complejo. Este ensayo es una reelaboración de la investigación que realicé en la UCO dentro de mi tesis doctoral. En ese tiempo recibí la crítica de una parte de la academia por ser excesivamente divulgativa en mi manera de redactar. ¡Una revista especializada me rechazó un artículo por esa razón! Me acordé mucho de un catedrático de Historia que hace años me dijo: «Ay Elena, cuando los historiadores nos dimos cuenta de que no podíamos ser científicos, decidimos ser crípticos!». Me horroriza la idea de ser críptica. Porque por encima de todo soy periodista. Amo este oficio y poder compartir conocimiento de una manera clara y entendible. Siempre quise ganarme la vida escribiendo y contando historias: el periodismo y la comunicación de la ciencia es mi manera de hacerlo. ¡Y me han premiado por ello!

¿Por qué eligió hablar de los discursos y prácticas sexuales femeninas precisamente en esas seis décadas?

No me hables de usted, que me haces críptica. Elegí ese período porque coincide con el momento en el que el feminismo comienza a popularizarse. Me interesaba saber si en su construcción discursiva, aquel primer feminismo teorizó o no sobre la sexualidad de las mujeres, por un lado, y si los discursos dominantes usaron o no la sexualidad para controlarlas.

¿Ha sido difícil sumergirse en un mundo tan íntimo como el de la sexualidad?

Ha sido difícil, pero muy enriquecedor. Para analizar los discursos feministas he revisado la obra de diferentes autoras como Teresa Mañé, Concepción Jimeno de Flaquer, Hildegart Rodríguez Carballeira y Emilia Pardo Bazán. Para documentar los discursos médico, religioso y jurídico he utilizado revistas científicas de la época, manuales de Medicina y Ginecología de finales del siglo XIX, catecismos, leyes y diarios de sesiones del Congreso de los Diputados. Por otro lado, para documentar las prácticas sexuales de las mujeres he recurrido a los sumarios judiciales del Archivo Histórico Nacional y del Archivo Provincial y al testimonio de una treintena de actrices. En total he revisado en torno a 1.400 documentos.

¿Qué descubrió investigando para sus tesis?

La conclusión principal es que las mujeres de finales del siglo XIX y principios del XX no asumieron sin más el papel de ángeles del hogar que se les imponía. La ciencia, la religión y la ley construyeron la modernidad dictando para las mujeres un papel que las relegaba al ámbito doméstico, pero es que además se les decía cómo vivir en casa y qué hacer en la cama. Y la que no cumpliera con el guion era considerada una enferma para la ciencia, una pecadora para la religión y una víctima para las leyes.

¿Por qué crees que es importante revelar la historia de la sexualidad femenina?

Si la Historia se ocupa de explicar el pasado analizando expresiones políticas o culturales, no debería obviar algo tan relevante en las relaciones sociales como es la sexualidad. Como objeto histórico es complicado porque el sexo es la más oculta de las actividades humanas y, como dice Ann Clark, «está llena de mentiras», pero su complejidad es precisamente lo que lo hace más interesante. Para explicar la historia de las mujeres tenemos que entender cómo vivieron su sexualidad.

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