Carlos Márquez Moreno, catedrático del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, ha sido nombrado recientemente miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán, gracias a su trabajo y a la vinculación del docente con dicha institución.

-¿Qué significa ser nombrado miembro del Instituto Arqueológico Alemán?

-El ser nombrado miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán es un honor que recibo con mucho cariño, pero no deja de ser la materialización de una relación que venimos manteniendo con los proyectos que desarrollo, fundamentalmente en Torreparedones y en algunas estancias anteriores en Alemania, siendo la conclusión normal de esa relación.

-¿Cómo comenzó esta relación con la institución?

-Hice la carrera en Córdoba. Al terminarla me vinculé en el seminario de Arqueología con la catedrática Pilar León Alonso, con la que realicé la tesina y la tesis doctoral sobre capiteles romanos. Cuando la estaba realizando, Pilar me propuso una beca a distancia en la Academia de Español en Roma, donde estuve trabajando y estudiando en este ámbito y donde terminé la tesis. A partir de entonces, a mi vuelta, me vinculé como contratado dentro de la UCO, dentro del área de Arqueología. Fue entonces cuando, a partir del contacto que la profesora León tenía con algunas universidades alemanas, ya que ella también se había formado en ese país, fue cuando pedimos una beca a la prestigiosa Fundación Alexander Von Humboldt, que subvenciona anualmente a científicos de todo el mundo y de varias disciplinas. Conseguí así en el año 1995 una beca para desarrollar el trabajo sobre arquitectura romana en la Universidad de Colonia, que fue donde empecé a tener contacto más directo con la universidad alemana. Me formé como científico y me presentó a todos los que pasaron por ese prestigioso centro. Con ese centro, un año después me volví a España y saqué mi titularidad. Los contactos que había hecho en Alemania me sirvieron para realizar diferentes proyectos, no solo en Alemania si no también en Italia. El Instituto Alemán, cuya sede central está en Berlín, está extendido por todo el mundo, llegando incluso a Pekín, y cuya principal razón de ser es la investigación. Una sede con la que también tengo mucho contacto, además de con la de Roma, es con la de Madrid, a través de la que han tenido a bien distinguirme con este nombramiento.

-Aunque sea el desarrollo natural de su trabajo y la relación con esta institución, no siempre, ni todo el mundo, recibe este tipo de reconocimiento. ¿Qué supone para usted?

-Significa muchísimo. Me siento muy orgulloso de conseguirlo, sin duda. Pero otra cosa es el presumir de ello. Es algo con lo que estoy encantado, pero hay que poner los pies en la tierra. Es algo más, y como consecuencia del vínculo que mantengo con la investigación alemana desde hace años, además de con el instituto.

-¿Qué supone la Arqueología para usted?

-La Arqueología clásica es vida para mí. Elegí profesionalmente, en su día, la investigación. Tuve la suerte de encontrarme en el camino con Pilar León, quien me supo dirigir y fue una auténtica maestra en la investigación. Eso me dotó de cualidades como la constancia o el trabajo para desarrollar esta memoria investigadora que supone un trabajo en sí. Para mí, la Arqueología no es un trabajo ni una disciplina a la que estoy obligado a realizar, si no que es una auténtica delicia. Soy una persona muy afortunada por poder trabajar en lo que me gusta y, además, me pagan por ello. Pero no es menos importante tener un grupo como al que pertenezco, porque los resultados son consecuencia del trabajo de todo él.