Feria de Mayo

Román toma la alternativa y la puerta grande se abre para Ortega y Roca Rey

Llenazo histórico en Los Califas gracias a un público que quiere fiesta, éxito y ver salir a sus toreros a hombros

Francisco Javier Domínguez

Francisco Javier Domínguez

Ganado: toros de Domingo Hernández, aceptables de presencia, manejables y nobles aunque con escasa acometividad en líneas generales. El mejor el tercero, con más transmisión.

Juan Ortega: estocada (dos orejas) y dos pinchazos y media (ovación tras aviso)

Roca Rey: un pinchazo y estocada (dos orejas tras aviso) estocada caída y dos descabellos (ovación tras aviso)

Manuel Román, que tomaba la alternativa: pinchazo y estocada (oreja) y tres pinchazos y cinco descabellos (palmas de despedida)

Plaza: Lleno en los tendidos en la segunda y última corrida de la feria de mayo. Han saludado montera en mano los subalternos Viruta y Paco Algaba tras parear al quinto.

Roca Rey es el que manda. El jefe. El que llena. El que mantiene esto. Sin Roca Rey, esto sería un páramo, una anécdota. Y luego está Morante. Pero a Morante no lo conoce en profundidad ni el mecánico de La Carlota, ni el empresario de Montoro, ni el comercial de Lucena. Que son aficionados, sí, pero que son de los creen que Morante es una cosa exquisita para la elite. El mecánico, el empresario, el comercial y la vecina del quinto, al que siguen, es a Roca Rey. Siempre ha pasado con la figuras y Roca lo es. Ya veremos si de época, pero el único que es garantía de taco en taquilla es él. Se ha visto esta tarde en Los Califas. Lleno hasta la bandera por su reclamo y por el llamado, también considerable, de Manuel Román, que tomaba la alternativa con un cartel de auténtica categoría.

Cuando Roca Rey ha brindado el primero de su lote a José Luis Moreno, los que tenemos edad de haber hecho la mili, nos hemos acordado de aquella tarde en la que el de Dos Torres se impuso a Finito y a José Tomás, icono máximo entonces –y hoy. Los puso boca abajo a los dos y demostró su categoría de torero en aquella tarde, que registró un lleno similar al de esta sesión de calor. A Moreno, entonces, el jurado del Manolete le birló, por segunda vez, el Trofeo, pero nadie le quitará el orgullo de ser parte del cartel que llenó la plaza al nivel de hoy, que ha sido impresionante por obra y gracia de Roca Rey y del tirón popular de Román. El tercero, Juan Ortega, quien también es casi torero de la tierra, ha recibido la dispensa generosa del palco, cuyas decisiones ya ni cuestionamos, tan disparatado como está el criterio de una plaza convertida en un tentadero.

Manuel Román corta una oreja en la alternativa.

Manuel Román corta una oreja en la alternativa. / Ramón Azañón

Pero vayamos por partes. Manuel Román no ha conseguido triunfar en la tarde de su doctorado pese a la tremenda ilusión que había puesto en la cita. Pero los toros no entienden de lindes ni de compromisos y ni le han ayudado ni ha tenido recorrido en las tandas por ambas manos que ha intentado el joven torero. Noble el animal, ha pasado con bondad y nobleza pero no ha terminado de romper ni de poner emoción a la histórica faena. Una oreja ha sido el premio justo a las ganas de quien quiere ser. Con el segundo de su lote, último de la jornada, lo ha intentado con la mejor intención y ha conseguido muletazos estimables por ambas manos. Antes lo había toreado a la verónica de forma acertada y le hubiera cortado otro trofeo de andar fino con el sable. Lástima, porque el tendido ha empujado toda la tarde en pos del torero de la tierra.

Roca Rey, como decíamos es el jefe. El personal esperaba su puesta en escena, su capacidad, su temple y su valor. Nadie lo discute. Iniciar de rodillas con emoción y colocar una tanda con la derecha con vibración solo está al alcance de este tipo, que tiene la cualidad de mantener el interés en la faena pese al desfonde progresivo de su oponente. Ha habido naturales de una categoría suprema. Al final, unas bernadinas vibrantes pusieron a todo el mundo de acuerdo. La espada, al segundo intento, ha sido suficiente para cortar los dos trofeos. Ay. Puerta grande. Todos contentos. Para qué batallar más. Con el quinto, Roca Rey ha conseguido muletazos templados por ambas manos, pero ya no me acuerdo de mucho más. La espada ha evaporado otra de trofeos.

Roca Rey pasea a su primer toro.

Roca Rey pasa a su primer toro por bernardinas. / Ramón Azañón

 Y luego está Juan Ortega, que nos ha puesto locos con las verónicas al segundo. Pasa con él que estás en un ay. Que cuando coge la muleta, el natural te parece eterno, y el ayudado lentitud sostenida en el tiempo. Pero de los detalles a lo compacto hay un trecho. Y hoy, pese a que la presidencia ya ha perdido cualquier espacio de dignidad, ha cortado dos orejas que no son dignas ni de Lucena. Una estocada buena no justifica un trasteo puntual y con altibajos.

Dos orejas para Juan Ortega.

Dos orejas para Juan Ortega. / Ramón Azañón

Con el cuarto, Juan Ortega, más de lo mismo, empaque y despaciosidad con la muleta por alto, tandas por ambas manos acopladas. Al natural momentos lucidos, con la derecha, una tanda con cierta categoría. Mas con la espada ha marrado y se le ha ido la posibilidad de cortar otra oreja. Como está la cosa este año…

En definitiva, empieza la feria y terminan los toros. Los Califas se cierra a la espera de conciertos. Los toreros de Córdoba aguardan el verano en el paro y el invierno dará paso a una primavera en la que Los Califas abrirá tres tardes. Con miles de personas en las calles, con miles de personas en los patios, con miles de personas en la feria. Y la plaza, lejana y sola, con gente solo acude el día que viene Roca Rey. Dios nos lo guarde muchos años.

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