TOROS EN MADRID

Otra espesa corrida mantiene la feria de San Isidro bajo mínimos

La lluvia comenzó a caer con especial fuerza cuando Miguel Ángel Perera iniciaba su faena de muleta al primero de la suelta

Miguel Ángel Perera, este viernes en la corrida de San Isidro.

Miguel Ángel Perera, este viernes en la corrida de San Isidro. / Juanjo Martín

Paco Aguado (Efe)

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Ganado: tres toros de Victoriano del Río, poco ofensivos de pitones, con volumen y alzada el manso pero enclasado 4º y el más que manejable 6º, aleonado el 5º, que fue el de menos fondo; dos de Núñez del Cuvillo (1º y 2º), uno basto y a la defensiva y el otro de mejores hechuras y manejable; y uno de Toros de Cortés (3º), fino y desrazado.

Miguel Ángel Perera: bajonazo y media estocada atravesada (silencio); pinchazo, estocada corta, media estocada desprendida y siete descabellos (silencio tras dos avisos).

Alejandro Talavante: pinchazo hondo sin soltar, pinchazo y descabello (silencio tras aviso); pinchazo y estocada baja atravesada (silencio).

Ginés Marín: estocada tendida (silencio); pinchazo, pinchazo hondo desprendido y descabello (silencio).

Cuadrillas: Curro Javier saludó tras dos buenos pares de banderillas al cuarto.

Incidencias: decimoquinto festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de "no hay billetes" (22.964 espectadores) en tarde lluviosa, incluido un fuerte aguacero durante la lidia del primero. 

La feria de San Isidro llegó a su decimoquinto festejo sin terminar de salir del pozo de escasa brillantez en que está sumida desde su inicio, y en el que este viernes se hundió aún más tras una espesa tarde de toros y toreros vivida bajo un intermitente pero fuerte aguacero.

La lluvia comenzó a caer con especial fuerza cuando Miguel Ángel Perera iniciaba su faena de muleta al primero de la suelta, un feo y muy basto toro de los únicos dos que se aprobaron de los tres previstos con el hierro de Núñez del Cuvillo.

Pero, entre el anticlimax de los paraguas y los destemplados gritos de protesta de la facción purista de la plaza, el torero de Badajoz acabó haciéndole la que iba a ser la faena de más mérito de la corrida, por la firmeza con que aguantó, y hasta evitó, los constantes y violentos cabezazos del manso.

Aun así, ni se aplaudió ni se reconoció el esfuerzo de quien, como contrapartida, se enfrentaría luego, ya con sol, al toro más claro de la corrida, un cuarto de Victoriano del Río de contradictoria mansedumbre, ya que buscaba salirse rajado hacia las tablas pero sin dejar de tomar la muleta con una holgada profundidad.

Claro que tampoco ayudó mucho a que el toro se mantuviera fijo en los engaños la aparentemente buena pero, en el fondo, poco ordenada lidia que se le do en los primeros tercios, y menos aún que Perera aceptara plantear el trasteo en los terrenos que quiso el animal.

Con todo, antes de que se le fuera a la querencia de chiqueros, le pudo ligó una soberbia tanda de derechazos, limpia y honda, que, pese a su empeño ya no logró repetir, con el de Victoriano del Río saliéndose siempre al final de cada embroque, una vez que no se le corrigió tall defecto.

En este cartel de toreros extremeños, que puso el sexto "no hay billetes" en las taquillas, también Alejandro Talavante plasmó algunos buenos detalles, pero breves y muy aislados, tanto con el más que manejable segundo, al que no le sobró empuje, como con el quinto de Victoriano del Río, que se paró muy pronto.

El instante más destacado llegó precisamente con este, en una mecida tanda de naturales en la misma apertura del trasteo, solo que, como Perera, Talavante no ya pudo repetirla después de derrochar, pasándoselo por el peor pitón derecho, el poco gas que le quedaba al cornicorto ejemplar.

Por su parte, el también pacense Ginés Marín no acabó de confiarse con el gazapeo reservón del remiendo de Toros de Cortés, con el que no perdió demasiado tiempo, y pasó con corrección y limpieza al noble sexto, aunque sin llegar a apretarse lo suficiente como para intentar levantar otra espesa tarde más de esta desangelada feria de San Isidro.