EN LA MAESTRANZA

Triunfo menor de Alejandro Talavante con otro buen quinto toro

El diestro extremeño pasea una oreja de escaso peso

Alejandro Talavante, en plena faena  este martes en La Maestranza.

Alejandro Talavante, en plena faena este martes en La Maestranza. / Raúl Caro (EFE)

Paco Aguado (EE)

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: cinco toros de Domingo Hernández y uno de Garcigrande (6º), muy dispares de volumen, hechuras y cuajo, a falta de un punto más de remate la mayoría. En general, corrida de escasa raza y poca entrega y clase, salvo el quinto, que tuvo prontitud, nobleza y unas profundas embestidas por el pitón izquierdo.

El Juli, de tórtola y azabache: estocada trasera desprendida (silencio); estocada trasera atravesada (silencio).

Alejandro Talavante, de grana y oro: pinchazo y estocada tendida desprendida (ovación); estocada delantera desprendida (oreja).

Tomás Rufo, de océano y plata: estocada (ovación); estocada desprendida trasera y descabello (silencio).

La plaza: noveno festejo de abono de la feria de Abril, con más de tres cuartos del aforo cubierto (unos 9.000 espectadores), en tarde de calor africano

El diestro extremeño Alejandro Talavante paseó una oreja de escaso peso en la corrida de este martes de la feria de Abril de Sevilla, cortada al único toro con calidad y entrega de una desrazada corrida de desigual trapío del hierro salmantino de Domingo Hernández.

En un abono donde casi cada tarde se ha cumplido el famoso tópico de que "no hay quinto malo", también hoy el penúltimo toro de los seis del desfondado lote de la divisa charra salió al ruedo para no llevar la contraria y ponerle así en bandeja a Talavante un triunfo sonado que difuminara la pobre sensación que dejó en su actuación del lunes en este mismo ruedo.

Aunque salió suelto del caballo en los dos encuentros, el zancudo y acapachado Serrador sacó lo mejor que llevaba dentro en cuanto el de Badajoz le abrió faena por estatuarios y unos secos pases por bajo, en el que fue un inicio aparente.

Y desde ese momento quedó claro también que dentro de ese "mejor" aún lo eran más sus profundas embestidas por el pitón izquierdo, sobre todo cuando iba enganchado abajo y conducido por los vuelos de la muleta, estímulo preciso para que aún regalara unos metros extras.

Pero Talavante acertó a aplicar dicha fórmula, en realidad la del toreo de mando, en muy contadas ocasiones, optando en su puesta en escena más por lo accesorio, movido y efervescente de los remates y los adornos por la espalda que por lo fundamental, en un trasteo sin clamor pero que se acogió con agrado en unos tendidos en los que ya pesaba una dura mezcla de tedio y calor.

Por eso se le pidió una oreja facilona que supo a poco frente al éxito mayor que le ofreció este único ejemplar con duración y entrega, ya que su primero se desfondó pronto e hizo decaer a tajo la que hasta entonces era una entonada faena del extremeño.

A El Juli le tocaron los dos más desrazados de esta su ganadería predilecta, pues el que abrió plaza se quiso rajar desde el primer momento de un trasteo con trazas de tentadero y el cuarto, sin un mínimo de raza para emplearse, le llevó a cortar de raíz, ayudando a que la corrida tuviera una duración normal.

Los dos empeños de Tomás Rufo fueron, en cambio, los más largos, lo mismo con el tercero, un toro mansito y flojo al que cogió el aire por momentos, que con ese último que no dejó de puntear sin gana alguna de entregarse y que se aburrió mucho antes de que lo hiciera el toledano.