EN LA MAESTRANZA

Tercera Puerta del Príncipe consecutiva para el rejoneador Guillermo Hermoso

El joven jinete navarro cortó dos orejas

Salida por la Puerta del Príncipe del  rejoneador Guillermo Hermoso.

Salida por la Puerta del Príncipe del rejoneador Guillermo Hermoso. / Raúl Caro (EFE)

Paco Aguado (EFE)

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: seis toros de San Pelayo, despuntados para rejones, muy dispares de volúmenes y cuajo y también de juego desigual: los tres primeros, con más o menos raza, tuvieron calidad y nobleza; los tres últimos se rajaron y buscaron las tablas. El cuarto se lidió como sobrero al partirse el pitón izquierdo al rematar en tablas el que salió como titular.

Rui Fernandes, de casaca verde hoja y oro: rejonazo trasero (ovación tras petición de oreja); rejonazo contrario fulminante (gran ovación tras petición de oreja).

Diego Ventura, de chaquetilla verde botella: cinco pinchazos, rejonazo contrario y descabello (ovación); rejonazo desprendido y dos descabellos (ovación tras dos avisos).

Guillermo Hermoso de Mendoza: rejonazo arriba (oreja); rejonazo trasero contrario (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.

La plaza: séptimo festejo de abono de la feria de Abril de Sevilla, con casi lleno en tendidos (unos 9.500 espectadores) en tarde calurosa.

 El joven jinete navarro Guillermo Hermoso de Mendoza, que cortó tres orejas, atravesó este domingo a hombros, por tercera vez consecutiva, la codiciada Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla, donde se celebró el único festejo de rejones anunciado en el abono de abril.

Y es que el hijo y discípulo del célebre Pablo Hermoso presenta un breve pero ya insuperable palmarés en este coso, donde tomó la alternativa de manos de su padre en 2019 y donde ha sido capaz de cortar tres orejas en cada una de siguientes comparecencias: la de la feria de San Miguel del 21, la del ciclo abrileño del 22 y esta de hoy, para la que ha vuelto a hacer méritos sobrados.

La que ya hacía octava oreja de su estadística en Sevilla se la cortó a un tercero de San Pelayo de pastueña nobleza al que dio ventajas en todos los embroques de banderillas, citando de largo y con templada frontalidad para clavar con ajuste, solo que no pudo redondear la faena cuando el animal comenzó a buscar las tablas.

Pero más aún las buscó el sexto, más basto de hechuras, que no quiso nunca salir de ellas, forzando al joven rejoneador de Estella a llevar toda la lidia en los terrenos de dentro, lo que en este caso no se puede tomar como ventaja.

Es más, Guillermo arriesgó mucho ahí con Berlín, el veterano castaño que montó su padre y que ahora es también estrella de su cuadra, que enceló y aplacó con la grupa los arreones del manso y luego le buscó la cara en los embroques al sesgo, para que el jinete dejara los arpones en todo lo alto.

Ya en el tramo final, en busca de esa nueva salida por el arco del triunfo de Sevilla, el rejoneador de dinastía, y no sin la ayuda de algún capote, pasó por dentro y con la misma fibra para clavar tres banderillas cortas y, sobre todo, un soberbio par a dos manos que calentó definitivamente al amable público antes del fulminante rejonazo.

La tarde, sobre el papel, tenía el morbo de ver enfrentados a Hermoso y a Diego Ventura, que mantiene un largo litigio con su padre y que, al contrario de los navarros, llevaba sin anunciarse en Sevilla precisamente desde el año de la alternativa de Guillermo.

Pero ya con el toro en el ruedo no se notó la tensión, en tanto que el sevillano perdió las opciones de triunfo con los aceros finales en sus dos turnos, en los que no rayó tampoco al nivel de otras ocasiones.

Su labor con el segundo de la tarde, un toro que fue a menos, tuvo algunos altibajos y unos buenos alardes finales, clavando cortas al violín y a dos manos, sobre el caballo sin cabezal, para subir así un ambiente que volvió a enfriarse por cinco pinchazos y un descabello sin bajarse de la montura.

El quinto comenzó a huir a tablas a sentir el rejón de castigo, y Ventura dirigió su lidia con mucha inteligencia, jugando hábilmente con su querencia, donde le buscó y la atacó siempre para banderillearle y donde le esperó, con la grupa de "Guadiana" pegada a la misma madera, en los últimos dos rehiletes largos.

Pero un rejonazo desprendido no fue suficiente para que doblara pronto el manso, y Ventura prefirió no volver a clavar, dando tiempo a que sonaran dos avisos y se perdiera la ocasión de sumar algún trofeo.

Abrió plaza el portugués Rui Fernandes, que clavó los "palos" con ortodoxia y una fría corrección al noble primero, y que lidió al también rajado y huido sobrero que hizo cuarto jugando magistralmente con los terrenos para mantener ese buen tono del turno anterior, lo que de por sí mereció la oreja que la presidenta injustamente le denegó.