Diario Córdoba

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TAUROMAQUIA | 20 AÑOS DE UNA PROCLAMACIÓN HISTÓRICA

El Cordobés, último califa del siglo XX

Hace dos décadas, los ayuntamientos de Córdoba y Palma del Río, además de la Diputación, hicieron suya la petición de la familia taurina cordobesa y entronizaron al torero tras años de lucha

Luciendo la medalla | El Cordobés, el día que recibió el título. A.J. GONZÁLEZ

El 23 de abril del 2002 se celebró en Córdoba un pleno histórico sin precedentes con un solo punto en el orden del día, nombrar quinto Califa del Toreo a Manuel Benítez El Cordobés. La alcaldesa de la ciudad, Rosa Aguilar, leyó el manifiesto de proclamación. Posteriormente, para el 29 de octubre del 2002 se fija el acto de proclamación. Ese día por la mañana hubo una recepción en Bodegas Campos para dar la bienvenida a la ingente multitud de toreros, ganaderos y personalidades que se desplazaron a Córdoba para acompañar al torero de Palma del Río en esta fecha tan importante. Al caer la tarde, en una enorme carpa montada en el Alcázar de los Reyes Cristianos, se celebró el solemne acto de proclamación de Manuel Benítez Pérez como quinto Califa del Toreo, un título que, traducido al lenguaje popular, equivale a decir Rey del Toreo.

Para llegar a este grandioso momento hicieron falta muchos años de lucha, necesitando que se aglutinaran, junto a los aficionados que lo solicitaron, el Ayuntamiento de Córdoba, el Ayuntamiento de Palma del Río y la Diputación. Las tres administraciones hicieron suya la petición de la familia taurina cordobesa y entronizaron al gran torero. A pesar de que era de todos conocida la increíble trayectoria taurina de Manuel Benítez, lo que significó en el mundo del toro y la proyección que hizo de su tierra, se había postergado en el tiempo este reconocimiento a una figura grandiosa de la torería mundial.

Después de Manuel Rodríguez Manolete, cuarto Califa, ningún torero había convulsionado la fiesta de los toros como lo hizo Manuel Benítez. Nunca ningún torero, ni antes ni ahora, había alcanzado las cotas de popularidad y prestigio que logró El Cordobés. Y entonces, por fin, uniendo esfuerzos de toreros, periodistas, peñas, aficionados y entidades oficiales, El Cordobés fue distinguido con el título más hermoso al que puede optar torero alguno.

Contra el cáncer | Volvió a los ruedos para una corrida benéfica.

Con la carpa abarrotada de público, hizo su entrada Manuel Benítez acompañado de la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar; el alcalde de Palma del Río, Salvador Blanco, y el presidente de la Diputación, Francisco Pulido. Manuel Benítez vestía un traje corto oscuro tocado con el sombrero cordobés. La comitiva apenas podía avanzar porque todo el mundo quería abrazar al torero. En la primera fila, su familia, y detrás, una nutrida representación de matadores de toros de todas las épocas, subalternos, apoderados, empresarios y aficionados. Una vez en el escenario, El Cordobés tuvo que saludar varias veces a un público enfervorizado que le ovacionaba sin cesar.

El alcalde de Palma del Río dijo «que a la grandeza de Manuel Benítez, como torero y como persona, había que unir la generosidad que ha tenido con su pueblo, cuyo nombre ha paseado por todo el mundo. Por eso -añadió-, me siento muy honrado y agradecido y considero esta distinción como un acto de justicia con su admirado paisano». La tanda de intervenciones la cerró Rosa Aguilar, que glosó la trayectoria profesional de Manuel Benítez, indicando que era única en la historia del toreo. Terminada su intervención, en medio de una atronadora ovación, impuso a Manuel Benítez el medallón conmemorativo del Califato.

Cuando Manuel Benítez accedió al micrófono, sacó unas cuartillas del bolsillo, y apenas comenzó a leer dijo: «¿Qué hago yo leyendo? Lo mío es lo natural». Contó anécdotas de su vida, recordó lo que tuvo que luchar y su paso por las cárceles de Córdoba y Carabanchel por tirarse de maletilla al aplicársele la ley que imperaba entonces. Tuvo emotivas palabras hacia su hermana, Angelita, que se hizo cargo de la familia al morir sus padres, y recordó a los cuatro Califas anteriores, lamentando que ellos no hubieran podido disfrutar este momento como hacía él y, mirando al cielo, les dijo: «No os preocupéis, ya os lo contaré cuando esté con vosotros. Pero no me metáis prisa por ir. Estad tranquilos, que ya llegaré». Repartió abrazos para todos y tuvo palabras de agradecimiento a los toreros que le acompañaban. Dedicó este galardón a todos, porque dijo: «Es tan grande que no me cabe en el corazón y quiero compartirlo con todos».

Reconocimiento | Con el trofeo de Cordobés del Año de CÓRDOBA.

El público, que le había interrumpido varias veces con sus aplausos, se puso de pie y le dedicó una larguísima ovación. La familia subió al escenario y abrazó al torero. Lo mismo que hizo el numeroso público cuando Benítez se acercó a saludarlo. Esa noche se terminó de escribir otra página con letras de oro en el libro de la historia del toreo universal con la firma de El Cordobés.

La retirada

Con 66 años recién cumplidos, Manuel Benítez eligió la fecha del 1 de junio del 2002 para cortarse definitivamente la coleta. Ya había comenzado el año toreando en Guillena, Palavás (Francia) y Pozoblanco y quiso que la despedida fuera en Córdoba. Nada mejor que hacerlo dando la alternativa a un torero paisano y en la plaza de Los Califas. El corte de coleta tuvo lugar en la última corrida del ciclo ferial de mayo. En este histórico cartel figuraban Manuel Benítez El Cordobés, Juan Mora y Enrique Reyes Mendoza, que tomó la alternativa con ganado de María José Barral. La plaza rozó el lleno. .

Esta fue la tercera alternativa que otorgó El Cordobés en la plaza de Los Califas. La primera fue a El Puri en 1965; la segunda, a su hijo Julio el 25 de mayo del 2007, estando anunciado para ello Finito de Córdoba, pero, al momento de la ceremonia, llamó a Manuel Benítez, que estaba en un burladero y este, vestido de paisano, doctoró a su hijo. Es el único caso en la historia en el que un torero es doctorado por su padre y vestido de paisano. El balance de esta corrida de despedida fue triunfal para Manuel Benítez, ya que fue ovacionado saludando desde el tercio en su primero y cortó las dos orejas y el rabo en el cuarto.

A este toro, que atendía por Potrero, marcado con el número 71, negro burraco y de 475 kilos, le realizó una completísima faena desde que lo recibió con el capote. La personalidad de Benítez estuvo presente en toda la faena, en la que no faltó el salto de la rana, realizado hasta en tres ocasiones. Y rizando el rizo de lo increíble, Manuel se tiró a matar sin muleta. Las dos orejas y el rabo fueron a sus manos tras la petición unánime de un público que deliraba en el tendido. Dos vueltas al ruedo apabullantes, y cuando el festejo concluyó su hijo Manuel le cortó la coleta en medio del ruedo rodeado de toreros de todas las épocas que quisieron acompañarle en este momento tan importante. Y, como había sucedido tantas veces, El Cordobés salió en olor de multitud por la puerta de Los Califas. En el ruedo había quedado una leyenda del toreo. El mito se agrandaba.

Autoridades | Concha, Aguilar, El Cordobés, Pulido y Blanco.

Última actuación

La primera corrida que se celebró en la plaza de toros de Córdoba fue el 9 de mayo de 1965. En ella intervino Manuel Benítez como base fundamental del cartel y actuó desinteresadamente porque era a beneficio de la lucha contra el cáncer. Y 49 años después de aquel primer festejo con llenazo, cuando llevaba doce años retirado, el día 5 de abril del 2014, ya proclamado quinto Califa del Toreo, Benítez, con 78 años, realizó su última actuación ante el público en esta misma plaza y con la misma intención: ayudar a luchar contra el cáncer. Benítez cortó las dos orejas de su novillo y salió por la puerta grande como había sucedido en numerosas tardes.

Datos para la historia

Tras una exitosa carrera de novillero, en la que alcanzó a torear 203 novilladas picadas y siendo aclamado por todo el orbe taurino, Manuel Benítez tomó la alternativa el 25 de mayo de 1963 en Córdoba en la recordada plaza de Los Tejares. La expectación desbordó las previsiones y se volvió a colgar el cartel de «no hay billetes». Su padrino fue Antonio Bienvenida y como testigo actuó José María Montilla, con ganado de Samuel Flores. El Cordobés logró las dos orejas del toro del doctorado, de nombre Palancar, y al que cerró plaza, Lamparilla, le cortó las dos orejas y el rabo. Por esta actuación logró el trofeo Manolete.

Tiempos jóvenes | En la corrida de la Mujer Cordobesa de 1951.

Al año de doctorarse, Manuel Benítez decidió confirmar en Las Ventas de Madrid. Se eligió la fecha del 20 de mayo de 1964. España entera se paralizó para ver a través de la pequeña pantalla al héroe que cautivaba a todos. En el cartel, Pedro Martínez Pedrés como padrino y Manuel García Palmeño como testigo, con ganado de Benítez Cubero. La tarde fue muy lluviosa y se atrasó el comienzo del festejo más de media hora. Manuel fue volteado y en el suelo recibió una cornada grave al torear de muleta al toro de la confirmación, de nombre Impulsivo, marcado con el número 25, negro bragado de 525 kilos de peso. Y, caso único en la plaza de toros de Madrid, la oreja de este toro se la llevaron a la enfermería a pesar de no haberle entrado a matar.

La carrera taurina de Manuel Benítez fue estelar y sin precedentes en la historia del toreo. Fueron 42 años como figura máxima de la tauromaquia. Admirado y querido por todos cuantos le trataron y disputado por los más grandes personajes del siglo XX.

En Sevilla, el 20 de abril de 1964 le cortó las dos orejas y el rabo al toro Bancalero, de la ganadería de Carlos Núñez. En 1965 batió el récord de corridas toreadas en una temporada con 111 festejos. Récord que volvió a batir en 1970 con 121 corridas toreadas. El Cordobés consiguió en Madrid ocho orejas en dos tardes consecutivas los días 20 y 23 de mayo de 1970.

En Los Tejares | Antonio Bienvenida dio la alternativa a El Cordobés. ladislao rodríguez galán

Fue tres veces fue portada de la revista Life y también apareció en la primera página de la revista Paris Macht. Además, el presidente de los Estados Unidos de América Gerald Ford le recibió en el despacho oval de la Casa Blanca. El senador estadounidense y futuro candidato a la Casa Blanca Robert Kennedy, al saber que El Cordobés estaba en Caracas, en el mismo hotel que él, aplazó una reunión con otros dirigentes sudamericanos para fotografiarse con el torero. El Rey Juan Carlos le invitó a compartir una barrera con él en la feria de San Isidro de Madrid del 2004 y en el 2015 el Gobierno le concedió la Medalla a las Bellas Artes y se la entregó el Rey Felipe VI.

Incluso Franco, admirador suyo acérrimo, lo utilizó como apaciguador de la sociedad en días convulsos señalados como el 1 de mayo. Ese día televisaban una corrida de El Cordobés y así mermaba la asistencia a las protestas de la calle. Además, el 21 de diciembre de 1961, convertido Manuel Benítez en novillero de postín, la esposa de Franco, Carmen Polo, patrocinó en El Pardo un festival taurino a beneficio de la vivienda del necesitado. El Cordobés cortó las dos orejas de su primer novillo y se acrecentó su fama de torero indiscutible. El cartel lo completaron Miguel Báez Litri y los rejoneadores Fernán Bedoya y Álvaro Domecq (hijo).

Manuel Benítez, ante una foto y un traje suyos en el Museo Taurino de Córdoba.

Manuel Benítez consiguió dos trofeos Manolete (en los años 1963 y 1970) y obtuvo el título de piloto en 1969 para manejar su propio avión, que se compró para atender a sus numerosos compromisos profesionales. Su último gesto ha sido crear una fundación con su nombre para ayudar a los toreros/as que comienzan y socorrer a los ancianos necesitados. Manuel Benítez El Cordobés marcó una época porque fue único.

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