Ficha técnica

Ganado: Cinco toros de Fuente Ymbro y un remiendo (6º) del Puerto de San Lorenzo, bien presentados, aunque con desigualdades de hechuras y volúmenes, serios de cara y de juego desigual. Mansito pero dejándose, el primero; muy manejable el segundo; bueno el tercero; sin fuerzas el cuarto; áspero y con genio el quinto; y sosote pero dejándose el sexto.

Miguel Ángel Perera: estocada trasera y atravesada (aviso y ovación tras leve petición); estocada desprendida y descabello (silencio).

Juan Leal: pinchazo y estocada muy trasera y atravesada (ovación tras aviso); media y descabello (silencio).

Álvaro Lorenzo: pinchazo y estocada baja (ovación); dos pinchazos (silencio).

Cuadrillas: Javier Ambel saludó tras banderillear al primero, al que bregó magníficamente bien Curro Javier. Iván García lidió con eficacia al tercero, al que colocó dos excelentes pares Andrés Revuelta. Curro Javier se desmonteró en el cuarto. Vicente González protagonizó un gran tercio de varas en el quinto. Iván García y Fernando Sánchez saludaron finalmente en el sexto, en el que destacó también el buen capote de Andrés Revuelta.

Plaza: Las Ventas de Madrid, con 19.123 espectadores.


La vulgaridad y la absoluta falta de apuesta por parte de los tres toreros condicionó este domingo una corrida con bastante más posibilidades de que lo pareció, con cuatro de seis toros muy toreables y que se fueron con las orejas puestas al desolladero.

El primero de Perera fue un toro manso y abanto de salida, sin emplearse en los capotes ni en el peto, pero que luego tuvo nobleza en la muleta aunque con la luz de la reserva encendida desde el primer muletazo que le recetó el extremeño, templado y despegadito a partes iguales a lo largo de una faena aseada sin más y que discurrió entre las protestas de sus detractores de toda la vida.

El cuarto, en cambio, fue uno de los garbanzos negros del envío por su manifiesta falta de fuerzas, un toro muy claudicante con el que a Perera no le quedó otra que optar por la brevedad.

Juan Leal no pasó de discreto (siendo generosos) con un segundo de corrida de lo más manejable, un toro con nobleza y buen son al que el francés ni pegó ni un solo muletazo en condiciones en una primera parte de faena vulgar, siempre al hilo y quitándose y poniéndose constantemente ante un animal que no se comía a nadie, y con el que, finalmente, trató de vender con un arrimón tan inapropiado -dada la condición del "fuenteymbro"- como incoherente.

El quinto fue un toro más complicado por el genio que desarrolló y que, además, se violentó todavía más por la tremendista puesta en escena que llevó a cabo Leal, muy encimista siempre y muy tosco también en un proyecto de faena sin ningún tipo de armazón, y ni mucho menos argumento.

Otro que se quedó en las meras apariencias fue Álvaro Lorenzo, que, por más que algunos le jalearan todo lo que hizo, a decir verdad, no estuvo a la altura del buen tercero, al que pegó muchos pases, sí, pero sin ningún poso a lo largo de una faena mecánica, plana y sin sustancia alguna.

Y más de lo mismo le ocurrió a Lorenzo con el sexto, un toro más sosote pero que iba también de aquí para allá, y con el que el toledano volvió a perderse en sinfín de pases y más pases.