Diario Córdoba

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TOROS EN LA PROVINCIA

Compromiso torero frente a un gran encierro de Adolfo en Pozoblanco

Antonio Ferrera, con tres orejas, y Manuel Escribano, con otras tantas, salieron a hombros de la plaza

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Antonio Ferrera y Manuel Escribano salieron a hombros de la plaza RAFA SÁNCHEZ

Ficha del festejo:

Ganado: Seis toros de Adolfo Martín, bien presentados y de muy buen juego en líneas generales, destacando el segundo, el cuarto y el sexto. Bravos y nobles.

Antonio Ferrera: más de media (oreja) y más de media caída, aviso (dos orejas)

Manuel Escribano: casi entera (dos orejas) y estocada caída (oreja)

Alberto Lamelas: estocada caída (oreja) y casi entera y tres descabellos, aviso (ovación)

Incidencias: Más de media plaza de Pozoblanco en tarde de agradable temperatura.

Salió el sexto y le tocaron la jota de la sierra en la plaza de toros de Pozoblanco. “Los amores de la sierra son amores de fortuna, que te quiero y que adoro mientras dure la aceituna”. Y la gente feliz. Feliz porque parecía que la jota era un homenaje al toro, al toro de verdad y a los toreros que son capaces de enfrentarse al desafío de jugarse los muslos frente a los cárdenos de don Adolfo. Corrida íntegra en presentación y juego, brava, con nobleza, con tensión. Con este material, Escribano ha estado completo y lidiador; Lamelas, muy voluntarioso y Ferrera, con altibajos. Y es por ello que el ganadero recibía un aluvión de felicitaciones a la salida. Un toro de vuelta al ruedo, otro al que se le pidió el indulto y uno, el último, extraordinario. “Me lo hubiera llevado a casa”, comentaba el criador a unos aficionados al término. 

Tras el espectáculo, Ferrera y Escribano abandonaron la plaza en hombros. Y Lamelas podría haber salido en triunfo de no haber fallado con los aceros. Pero este tipo de triunfos son relativos, porque el aficionado calibra este tipo de corridas por algo más que por los trofeos. La tarde sirvió para ver a un Escribano muy capaz, en sazón. Torero pleno, exponiendo en todos los tercios. Comprometido. Toreando con lentitud y queriendo siempre trastear con reposo. Banderilleó con acierto sus dos toros y la gente apreció su tremenda disposición. Es Escribano un torero que, más allá de cualquier consideración, nunca deja indiferente al tendido porque consigue imprimir vibración a su toreo. Y cuando tiene el toro, lo cuaja con poder. Al primero de su lote le recetó algunos muletazos a cámara lenta y con el segundo se sintió a gusto por ambos pitones, muy acoplado y encajado, con verdad.  

Lamelas es un torero a tener en cuenta. Hay que tener mucha fe para irse a porta gayola para empujar y para batirse el cobre con un toro como el sexto, que descubre a cualquier torero que no esté en forma. El contexto de cada matador es distinto y aunque siempre se puede pedir más, no se puede negar que el diestro de Jaén se arrima sin cuento y pone todo de su parte para convertir el compromiso en triunfo. Es más, Lamelas ha conseguido un par de tandas al sexto enfibradas y de lo mejor de la tarde. Luego no lo ha matado bien y se le ha ido la puerta grande. 

Y Ferrera, la verdad, no ha estado todo lo bien que se esperaba de él con la corrida. Quizá mermado físicamente por su reciente percance en Logroño, el pacense ha toreado despegado, sin ajuste. El público esperaba más de un especialista como es en este tipo de toros, pero lo cierto es que en sus dos faenas de muleta ha estado por debajo de sus oponentes. Incluso, ha querido provocar el indulto del cuarto, un animal de calidad que se ha ido al desolladero gracias al buen criterio de la presidencia. 

Pero por encima de todo, salió el toro. Y es algo que no es normal en este tipo de plazas, donde se escatima en la presentación y en la categoría de la base del toreo. La gente, por tanto, feliz porque los seis cárdenos de Adolfo respondieron más que de sobra a las expectativas. Y un último apunte: qué lío podía haber formado con este material el rubio que se apellida Moreno y que estaba en el callejón. Pero los años pasan y la vida es así. 

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