Ganado: seis toros de Victorino Martín, de desiguales hechuras y caras, y, salvo el segundo, de una clase extraordinaria, en general de poco juego por la falta de raza que tuvieron, lo que hizo que algunos se defendieran, otros desarrollaran mal estilo o que directamente se negaran en redondo.

Antonio Ferrera: pinchazo y estocada corta delantera (silencio); estocada baja (palmas tras aviso).

Sergio Serrano: tres pinchazos, estocada desprendida y cuatro descabellos (gran ovación tras aviso); pinchazo y bajonazo (silencio).

Román: tres pinchazos y tres descabellos (silencio tras aviso); estocada trasera y atravesada, y dos descabellos (silencio).

Cuadrillas: José Chacón y Fernando Sánchez saludaron tras banderillear al primero. Sánchez volvió a desmonterarse tras dos soberbios pares al cuarto, en el que Chacón destacó también en algunos momentos de la brega.

Incidencias: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ejerció como presidenta de honor de esta 120 edición de la Corrida de la Prensa, acompañada en una barrera por el Niño de la Capea; el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Juan Caño; y la consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz.

Plaza: Las Ventas de Madrid, que rozó el lleno (19648 espectadores). 


El albaceteño Sergio Serrano estropeó con la espada la faena de su vida ante el único toro de Victorino Martín de francas opciones de la tradicional Corrida de la Prensa, y que sirvió para poner fin a la Feria de San Isidro 2022.

Y eso que estuvo a punto de no contarlo Serrano, al que se le apareció el santoral entero en el saludo a portagayola a ese segundo de la tarde, un toro que salió gazapeando de chiqueros y que se frenó justo en el momento de la larga cambiada, quedando el torero totalmente a vendido y a merced del animal. Fue milagroso que no saliera herido tras la paliza que se llevó sobre el albero, como también lo fue que no calara después al subalterno Fernando Casanova tras perder pie en el último par de banderillas.

Luego el "victorino" no colocó nada mal la cara en los capotes, lo que corroboró después en el último tercio sacando una clase extraordinaria, sobre todo por el izquierdo, por donde Serrano argumentó una de las faenas más emotivas de la feria, por lo bien que toreó al natural, haciendo todo a cámara lenta, con una hondura y un sabor tremendo, y siempre a más, a mucho más, como las grandes obras.

Era el momento de su vida. Cuajar así de bien un toro de Victorino en Madrid no está al alcance de cualquiera, y, además, poniendo a todo el mundo de acuerdo. Pero la espada, su mala espada, se encargó de hacerle despertar del sueño que estaba viviendo. Qué lástima.

El quinto no tuvo nada que ver, un toro de muy poca raza, que no quiso saber nada de la película, aburriéndose a mitad del embroque y con el que Serrano, que volvió a irse a la puerta de chiqueros a recibirlo, mostró buena actitud, pero sin resolver nada en lo artístico.

Ferrera no pudo pasar de las probaturas con el que abrió plaza, que no cesó de defenderse por su absoluta falta de raza, sin pasar y volviéndose sobre las manos. Al extremeño no le quedó otra que ser breve.

El cuarto, también bajo de raza y sin humillar, al menos medio se desplazó para que Ferrera le "mangara" algún muletazo acompasado dentro de una labor de fogonazos aislados, sobre todo un pase de pecho descomunal, y en la que se mostró por encima de la condición de su antagonista por mucho que algunos trataran de censurarle.

Román fue todo corazón con su complicado primero, un toro al que había que llevar muy sometido en la muleta, pues a la mínima se frenaba y se metía por dentro. El valenciano estuvo muy firme y entregado para, al menos, argumentar una faena valiente pero con ciertos desajustes técnicos que hizo que pasara algún momento de apuro, y también que el animal fuera orientándose cada vez más. Con el último de la tarde -y de la feria- no pasó Román de voluntarioso con otro ejemplar insulso y descastado.