Plaza: Los Llanos (Pozoblanco). Corrida mixta.

Diego Ventura: rejón y descabello (oreja) y rejón (dos orejas con petición de rabo)

Juan Ortega: estocada (oreja) y pinchazo y estocada (oreja)

Andrés Roca Rey: pinchazo y estocada (oreja) y estoconazo (dos orejas)

Ganado: Dos toros de Los Espartales para rejones, bien presentados que contribuyeron al éxito del caballero rejoneador, el primero aplaudido en el arrastre. Y cuatro toros de Daniel Ruiz para lidia ordinaria, de desigual presentación, siendo  aplaudido en el arrastre el cuarto. 

Incidencias: La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable. Los tres toreros salieron a hombros por la Puerta del Gallo.

La empresa Caído y Soledad organizó este sábado una corrida de toros mixta en Pozoblanco que ofrecía al aficionado los máximos atractivos para acudir a la plaza de los Llanos. Y el público ocupó los tres cuartos del graderío mostrándose en todo momento cómplice de los toreros porque ambos, en feliz sintonía, se lo pasaron en grande. El festejo culminó con la apoteosis de las grandes ocasiones. Un cartel de lujo que atrajo y sedujo a gran cantidad de aficionados, venidos de todas las latitudes para presenciar un espectáculo atractivo y exitoso. De los que siempre se dice que hacen afición.

Por un lado la espectacularidad del rejoneo de Diego Ventura, uno de los rejoneadores más completos y variados de la historia. Su doma y su conexión con el público desde el primer momento hacen de su actuación una exhibición que cautiva. A su primer enemigo le realizó una labor bulliciosa colocando banderillas, largas y cortas (estas necesitando varias pasadas) para terminar con la rosa montando a Güero. Toreó de costadillo casi dejándose tocar la montura y no faltaron los cabezazos en la testuz del toro que encendieron los tendidos. Necesito de un rejón y descabello pie a tierra cortando una oreja. En su segundo, un animal con algo más de movilidad, volvió Ventura por sus fueros y con sus quiebros y piruetas ante la cara del burel logró que los tendidos se le rindieran, sobre todo cuando retiró el cabezal de Guadiana y colocó un par a dos manos la plaza se le entregó. De ahí que al acabar de un rejón certero se pidieran los máximos trofeos, concediendo el usía (que fue abroncado) solo las dos orejas.

En lidia ordinaria Juan Ortega que volvía a Pozoblanco, donde Ponce le dio la alternativa hace ocho años, dejó un aroma de buen toreo difícil de olvidar. No pudo demostrar nada con el capote de recibo a su primero pero con la muleta formó un auténtico alboroto porque más que torear la muleta de Ortega acariciaba al toro con una plasticidad insuperable. Fueron muletazos templados y largos por ambas manos con gusto y sentimiento. El toreo en su más amplia concepción. Los olés hacían retumbar la plaza y el acabose fue cuando se desplantó de rodillas ante su enemigo. Montó la espada y tras estocada fulminante la presidencia desoyó la petición de la segunda oreja y solo concedió un trofeo. A su segundo sin embargo sí pudo torearlo a la verónica con una parsimonia y gusto exquisito. Cinceló un ramillete de lujo desde las tablas al centro que fueron dibujos perfectos para rematar con una revolera vistosa. La plaza un volcán. Con la muleta, sin embargo, el toro ya no estaba para florituras. Embestía con la cara alta y su poca fuerza no colaboró. No obstante Ortega pudo sacarle lo poco que tenía dentro. Lo finiquitó de pinchazo y estocada y cortó una oreja. Lo mejor de la tarde, queda dicho, fue la muleta de Ortega en su primer toro y el recibo capotero a su segundo.

El tercero en liza, Andrés Roca Rey, no estaba dispuesto a dejarse ganar la pelea. En su primero con el capote estuvo vistoso, luciendo en todo su esplendor en el quite por chicuelinas y tafalleras. Con la franela se fue al anillo y llamó al toro para enjaretarle tres pases cambiados por la espalda entre el clamor del público. De ahí en adelante la faena fue tomando cuerpo y se fueron entretejiendo los naturales con los redondos formando un gazpacho entre las ovaciones del respetable. Finalizó con estatuarios electrizantes y al culminar con pinchazo y estocada todo quedó en una oreja.

Pero luego quiso desquitarse y puso toda su artillería en juego. Volvió a encandilar en quites por chicuelinas y tafalleras y con la muleta realizó una faena muy bien estructurada por ambas manos con pases de calidad cambiando el viaje del toro. La plaza estaba con el torero que se estaba dejando la piel. Y el culmen llegó con las manoletinas de cierre, en las que le cambiaba el viaje al toro a centímetros de su cuerpo. Roca Rey se encuentra en un momento de forma envidiable, y hoy lo ha demostrado en Pozoblanco. Mató de estoconazo y los tendidos se cubrieron de blanco para pedir los máximos trofeos, pero nuevamente el usía solo concedió las dos orejas, y claro, cosechó otra bronca.

En resumen los tres toreros salieron a hombros entre el aplauso general en un festejo que satisfizo a todos. En las cuadrillas destacaron Antonio Chacón y Paco Gómez Algaba.