FICHA DEL FESTEJO

Ganado: cuatro toros y dos novillos de Fuente Ymbro, bien presentados y de juego desigual, destacando los lidiados en cuarto y quinto lugar, ambos premiados con una vuelta al ruedo y para los que se pidió el indulto.

Finito de Córdoba: pinchazo y estocada (una oreja); y pinchazo y estocada (dos orejas tras dos avisos).

Curro Díaz: estocada que asoma y estocada caída (saludos desde el tercio); y estocada (dos orejas y rabo).

Rocío Romero: dos pinchazos, estocada y seis descabellos (saludos tras aviso); y estocada (dos orejas).

Plaza: Montoro Media entrada en tarde de temperatura agradable.

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Gran tarde de toros la vivida este martes en Montoro en el festejo celebrado con motivo de su Feria Real y el que la moda de la «indultitis» estuvo a punto de protagonizar otro episodio digno de análisis, en este caso por partida doble, ya que hasta en dos ocasiones, en una con mayor insistencia que en la otra, se pidió el indulto para dos de los ejemplares del hierro de Ricardo Gallardo.

Antes de llegar a ese momento determinante de la tarde, únicamente Finito había dejado detalles de su particular concepto del toreo en el que abría plaza, un noblote Fuente Ymbro al que, tras un trastero genuflexo, dejó varias tandas con la derecha que hicieron brotar los primeros olés de los tendidos. Tal vez a la faena le faltó alguna tanda más por el izquierdo o haber seguido toreando por el buen pitón derecho, o al menos esa fue la sensación generalizada desde los tendidos que, pese a ello, premiaron con un apéndice la labor de Juan Serrano.

Y sería en segundo, un bonito burraco herrado con el número 159 y de nombre Escribiente, cuando Finito, tras unos primeros tercios sin apenas nada destacables, a excepción del picotazo y los dos buenos pares de Oliver que le hicieron desmonterarse, puso todas las cartas sobre la mesa toreando por ambos pitones con suma elegancia. La faena transcurría por los derroteros habituales hasta que en un cambio de mano tras dos molinetes marca de la casa, Juan Serrano empezó a crecerse y sentirse cada vez más cómodo antes este Escribiente, mientras que en los tendidos se empezaba a pedir el indulto, cada vez con más insistencia. Tras dos avisos y no pocos recados al palco presidencial, Finito montó al espada y terminó con la vida de su antagonista que fue premiado, merecidamente, con una vuelta al ruedo.

Gran actuación la del diestro cordobés ante el que no se amilanó Curro Díaz, que en su primero, tal vez el peor del encierro, poco pudo hacer ante la sosa y distraída embestida del Fuente Ymbro.

Afortunadamente para el público este martes presente en coso de Montoro, el guion cambió radicalmente en el quinto de la tarde, segundo del lote del maestro de Linares, un bonito jabonero, herrado con el número 170 y de nombre Vistoso, para el que también se pidió el indulto, en este caso con menor insistencia, aunque, por el juego desarrollado, tal vez mucho más justificado que su hermano de camada.

Un gran toro al que Díaz supo tocar las teclas adecuadas desde los primeros compases de la faena de muleta, con tres tandas con la diestra de largo viaje, citando desde lejos y manejando los engaños con gusto, torería y mucha, mucha personalidad. Aunque cuando su actuación rozó las mejores cotas fue cuando cambió al pitón izquierdo y dejó varias de las mejores series que se han visto en la provincia durante la temporada que ahora toca a su fin, de una rotundidad aplastante y con las que levantó al público de sus asientos en varias ocasiones.

Curro seguía a lo suyo, emborrachándose con la embestida de este Vistoso, cuando desde el tendido se repitió la historia vivida momentos antes y comenzó a pedirse el indulto, acertadamente negado por el presidente hasta en dos ocasiones tras la consulta que el propio matador dirigió al palco, que con buen criterio premió con los máximos trofeos al matador y con una merecidísima vuelta al ruedo a este bravo Fuente Ymbro.

Completaba el cartel Rocío Romero, que se las vio ante dos complicados novillos con los que tuvo que emplearse a fondo. De su actuación cabe destacar varias tandas con la derecha el primero de su lote, así como su disposición en el que cerraba plaza, al que finiquitó de una estocada que hizo olvidar del sainete con los aceros protagonizado en su primero.

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