FICHA DEL FESTEJO

Ganado: toros de Victorino Martín, bien presentados y de juego desigual 

Rafaelillo: seis pinchazos (saludos desde el tercio tras dos avisos); dos pinchazos, estocada caída y dos descabellos (una oreja tras aviso) 

Manuel Escribano: estocada (oreja); y estocada y descabello (una oreja con petición de la segunda tras aviso) 

Alberto Lamelas: bajonazo (saludos desde el tercio); y pinchazo y descabello (una oreja) 

Plaza: Coso de los LLanos (Pozoblanco) Casi tres cuartos del aforo permitido en tarde agradable 

Manuel Escribano salía este sábado por la Puerta del Gallo del coso pozoalbense de Los Llanos tras cortar dos trofeos en la corrida con la que se iniciaba la feria taurina en honor a Nuestra Señora de las Mercedes, en la que se lidió un encierro de Victorino Martín, desigual de comportamiento, destacando precisamente el lidiado en quinto lugar por el maestro de Gerena.

En su primero, un toro muy noble pero flojo, Escribano estuvo muy bien con el capote toreando a la verónica, así como en el tercio de banderillas, con tres buenos pares, muy reunidos, destacando el tercero de ellos, al quiebro y al violín. Con la muleta, instrumentó una faena basada en series cortas en las que el victorino se quedaba a medio viaje. La gran estocada final fue merecedora del premio.

En el segundo de su lote, un buen toro, noble y que humilló en todos los tercios, tras otro buen tercio de banderillas, Escribano dejó varias series muy vistosas rematadas por debajo de la cadera aprovechando la suave embestida de su oponente, al que le faltó dar algo más de distancia.

Por su parte, Rafaelillo se topó en su primero con un animal reservón que no pasaba, por lo que la faena fue un continuo quiero y no puedo, pese a intentarlo por ambos pitones, quedándose su oponente en cada pase y buscándole las zapatillas.

En el cuarto de la tarde, un animal encastado y como se dice en el argot, «con muchas teclas que tocar», el murciano lo entendió a la perfección, corriendo bien la mano con muletazos largos, alguno de ellos afeados al quedar enganchada la muleta en los pitones. Faena emocionante, de máximos trofeos de no haber errado con la espada. Pese a ello, el público pozoalbense reconoció su entrega otorgándole una oreja.

En otro toro muy en el tipo de la casa, Alberto Lamelas estuvo muy entregado y bullidor, recibiéndolo con el capote toreando de rodillas. Con la muleta, el jiennense instrumentó series por ambos pitones en las que el «victorino» humillaba, en una labor con muchas intermitencias a la que le faltó algo de acoplamiento para que la faena levantase el vuelo definitivamente. Cuando se disponía a matar, el toro perdió una mano, lo que provocó que Lamelas dejase un feo bajonazo, que no fue óbice para que el público premiase obligándole a saludar desde el tercio. En el que cerraba plaza, Lamelas estuvo voluntarioso ante un animal muy flojo que en los primeros compases de la faena de muleta ya perdía las manos, lo que le obligó a tirar de recursos, premiando el público su voluntad con una oreja.