Ganado: Seis toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados. Pesos: 497, 526, 515, 512, 497, 553. Primero ayuno de casta brava. Segundo manejable justo de casta. Tercero noble y manso. Con cierta movilidad aunque sin entrega cuarto, quinto y sexto.

Finito de Córdoba: pitos y ovación tras aviso.

Daniel Luque: oreja y ovación.

Juan Leal: oreja y silencio.

En cuadrillas: Juan Contreras saludó tras banderillear al segundo, como hicieran Marco Leal y Manuel Izquierdo en el sexto.

Plaza: La plaza registró media entrada en los tendidos. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Pedro Martínez "Pedrés".

La descastada corrida de Fuente Ymbro, que solo se ha quedado en la imponente fachada de los seis ejemplares, ha puesto la nota negativa del arranque de feria en Albacete, pues ni las orejas que pasearon Daniel Luque y el francés Juan Leal han tenido el peso suficiente para tapar el fiasco ganadero.

Mal comenzó esta menguada feria taurina de Albacete, con una corrida que tuvo tanta presencia como falta de casta brava: mucha en ambos casos. Si el festejo no despertó más contestación en el público fue por la entrega que sí ofrecieron los toreros, cada uno en su corte.

El que abrió plaza tuvo únicamente apariencia y apenas una brizna de casta brava. Ya desde el capote el de Fuente Ymbro topó, sin pasar y soltando la cara.

Con estos mimbres, Finito simplemente le quitó las moscas. No había otra opción posible con semejante oponente, a pesar de las protestas del público, justificadas únicamente en lo que respecta al desconfiado uso de los aceros por parte del torero cordobés.

El cuarto tuvo una cosa buena: el embroque. Es decir, metía la cara abajo en el momento justo de reunión con el torero. Nada más. Una vez pasada la jurisdicción de su matador, Juan Serrano, levantaba la gaita distraído y desluciendo en gran medida lo realizado por el cordobés, que por momentos lució su personal estética, dejando algún cartel de toros aprovechando que el de Fuente Ymbro pasaba por allí.

Fuerte contusión al entrar a matar

De haber acertado con el estoque quizás habría paseado una oreja. Sin embargo tal extremo no se produjo, saliendo perseguido y trastabillado, estrellándose contra las tablas al intentar saltarlas en su huida. Llegó a escuchar un aviso, lo cual no impidió que saludara una ovación en reconocimiento a lo apuntado en el ruedo.

Finito sufrió una fuerte contusión al entrar a matar. Los doctores del coso le diagnosticaron una fuerte contusión, pendiente de una revisión en profundidad en las próximas horas, según la web de la revista AplausoS.

El segundo fue otra cosa con respecto al primero. No es que derrochara casta brava ni clase embistiendo, pero se movió más tras las telas, tanto capote como muleta, con mejor estilo por el pitón izquierdo, si bien la faena de muleta se desarrolló en su mayoría por el derecho.

Daniel Luque

Daniel Luque construyó un trasteo más aparente que bueno, tocando fuera para evitar que le arrollara por la tendencia del toro a vencerse. Hubo soltura, solvencia, compostura y contundencia al finiquitar a su antagonista, paseando la primera oreja de la tarde.

Luque tiró de recursos ante el deslucido quinto, que se lo pensó para arrancar, y cuando lo hizo fue sin entrega, defendiéndose y en huida. Lo mejor -y más de agradecer- fue, de nuevo, su buen uso de los aceros.

Juan Leal fue todo raza, en oposición al tercero, que solo brindó las arrancadas al quite por saltilleras y la galopada inicial en el último tercio con el torero francés esperando de rodillas al de Fuente Ymbro para cambiarlo por la espalda. Fue terminar ese vibrante inicio y el tal Legislador se fue a tablas.

Tras él se encaminó Leal para dárselos de todos los colores imaginables y posibles. Y tuvo mérito, porque el de Fuente Ymbro apenas colaboró. Se tiró a matar con los tendidos muy receptivos a la entrega del francés, que lo tumbó a la primera y le arrancó una oreja.

No colaboró mucho más el que cerró plaza, con el que Juan Leal siguió un patrón similar a su primero; inicio con un pase cambiado por la espalda en los medios (esta vez de pie), entrega, garra y una faena sin sutilezas, con el compás muy abierto, intentando poner lo que el toro no tenía: emoción.

Necesitó de dos intentos para dejar la estocada que tumbara al descastado ejemplar gaditano, perdiendo la posibilidad de cortar algún trofeo y, por ende, salir a hombros.

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