FICHA DEL FESTEJO

Toros de Fuente Ymbro, bien presentados y, salvo segundo y quinto, en general de buen juego, sobre todo el sexto, bravo y con mucho fondo.

Finito de Córdoba, pitos tras tres avisos y vuelta al ruedo tras aviso.

Diego Urdiales, ovación tras aviso y ovación.

Juan Leal, oreja y dos orejas.

La plaza se llenó sobre el aforo permitido, establecido en 5.000 espectadores.

Lo de Finito de Córdoba es un caso aparte. De todos es bien sabido que veterano torero tiene una cualidades excelsas, pero también es capaz de lo peor. Hoy en Nimes (Francia) tocó los dos extremos, pero lo que quedará en la retina del buen aficionado es la faena sublime que interpretó ante el buen cuarto. No obstante, se dejó su primer toro vivo, pero igualmente firmó la mejor faena de la tarde y de toda la feria al cuarto.

Un toreo de otros tiempos, de tanta pureza como clasicismo, fue el que interpretó "El Fino", que toreó como los ángeles a ese toro de Fuente Ymbro, al que templó de una manera exquisita para robarle muletazos a cámara lenta y a cada cual mejor.

Qué manera de torear, amén de los remates, auténticos carteles de toros. Tenía un triunfo grande en la mano, pero el mal uso del descabello tras una estocada al primer envite le privó de tocar pelo. La vuelta al ruedo que dio, eso sí, fue de las que valen su peso en oro.

Esta fue la cara de la moneda, la cruz llegó en su primero, otro toro de buena condición al que dejó destellos de la clase que atesora, pero con el que se atascó de mala manera con los aceros, tanto que le tocaron los tres avisos. Bronca para el torero mientras el toro regresaba vivo a los corrales.

Una tarde con muchos matices en la que el triunfador fue Juan Leal. El joven francés cortó una oreja de su primero, al que exprimió en una faena encimista y efectista, en la que llegó a salir por los aires en una aparatosa volterera, abrochada de un feo bajonazo que no fue óbice para que le llegaran a pedir las dos orejas.

El doble trofeo, en cambio, lo logró del sexto, otro buen toro de Ricardo Gallardo con el que se le vio más templado y más reposado en lo que fue el toreo fundamental por los dos pitones. Las series salieron compactadas en una faena a más y epilogada con las dos rodillas en tierra ante el clamor del respetable.

A Diego Urdiales le tocó bailar con la más fea, pues a sus manos fue a parar el lote de menos opciones del envío. Su primero, segundo de corrida, no quiso embestir, defendiéndose, además, con mal estilo. El riojano anduvo por encima de las circunstancias en una faena en la que se justificó sobradamente.

El quinto no tuvo raza alguno y todo lo que hizo Urdiales, que fue bueno, no tuvo apenas eco en los tendidos.