Ganadería: dos toros de Los Espartales para rejones, aceptables de presencia, sosos, descastados y deslucidos; tres torros de Núñez del Cuvillo: segundo, noble y con calidad; tercero y sexto, descastados y sosos; y uno de Parladé, corrido como sobrero, noble y manejable; aceptables de presencia todos en líneas generales. 

Diego Ventura: rejón caído (oreja) y pinchazo y rejón (oreja). 

Andrés Roca Rey: estocada caída de efecto fulminante (oreja con petición de la segunda) y dos pinchazos y estocada (ovación tras un aviso).

Pablo Aguado: pinchazo y estocada caída y contraria (ovación) y pinchazo y estocada baja (palmas).

Incidencias: cartel de "no hay billetes" debido a la limitación de venta de entradas por el covid. Más de un cuarto de plaza cubierto. En cuadrillas se desmonteraron tras parear Iván García, de la cuadrilla de Pablo Aguado, y Juan José Domínguez, Viruta y Paco Gómez Algaba, de la cuadrilla de Roca Rey.

Los Califas se ha convertido en un enorme galeón a cuyos bancos se han amarrado más de 3.000 galeotes esta tarde. Su condena es su afición. El triunfo de un torero, su liberación. Pero ésta no se ha producido porque el virrey peruano andaba hoy sin espada. Lástima, porque ahora que la palabra libertad está tan de moda, ir a los toros es como andar por ahí con la condicional. Te dan un número, te toman la temperatura, te echan gel, te amarran a un banco como si fueras Ben Hur y te piden disciplina. Te niegan el gin tonic, pero el agüita fresca de Emproacsa está de categoría. Y todavía es de agradecer que nos hayan concedido el tercer grado porque, visto lo visto, ir a los toros es un privilegio. Cuando Roca Rey se ha abierto de capa en quites en el primero de su lote y ha enlazado unas tafalleras con unas gaoneras pensábamos que la liberación estaba cerca. Como nos hace falta que un torero nos ponga en órbita y nos redima del tedio en el que vivimos sumidos desde que comenzó la pandemia, la vuelta del Cóndor se antojaba el fin de los grilletes, aunque sólo fuera por olvidar tanta ruina. Y casi lo consigue, porque ha cuajado dos buenas faenas a dos toros de mediana condición que le han servido lo suficiente para demostrar que atesora el temple, el poder, el valor y la vergüenza torera. Otra cosa es que deba replantear sus tiempos muertos entre tanda y tanda, su parsimonia, que resta ritmo y tensión, aunque también es cierto que el medio toro de hoy necesita del respiro para no terminar aculado en tablas. Pero ha habido momentos en los que bajaba la intensidad demasiado. Y RR la necesita.

La faena de Roca Rey al primero de su lote ha tenido momentos de mucha calidad. Ha sido vibrante porque ha estado compuesta sobre la variedad y las tandas han brotado con ambas manos con limpieza y con torería, intentando llevar al toro muy tapado hasta el final. Sin embargo, al animal le faltaba un punto de acometividad, y aunque su nobleza y condición ha sido muy buena, al diestro peruano le hace falta más carbón para encender el brasero. Reaparecido después de un año sin actividad, con la intención de seguir arriba, ha cuajado momentos por ambas manos con muletazos de trazo lento, ajustado, con la mano baja. El tramo final de la faena ha sido marca RR. Martinetes, circulares invertidos, naturales de frente y con pases de pecho cadenciosos y de trazo largo. Una estocada baja, aunque de efecto fulminante, ha dejado el premio en una oreja con fuerza. Dos hubiera sido excesivo. Bien el presidente. Con el quinto ha pasado que el de lidia ordinaria se ha desgraciado en un testarazo contra el burladero. El presidente se ha puesto de parte del público y lo ha cambiado con el tercio de banderillas terminado, algo que no suele ocurrir pero que es un gesto hacia una afición que no podía quedarse sin ver una segunda faena del peruano. Con el sobrero de Parladé ha llegado lo mejor de la tarde. Tras un gran tercio de banderillas protagonizado por Viruta y por el cordobés Paco Gómez Algaba, ha comenzado con una tanda de estatuarios quieto como un poste. Ha habido dos primeras series a derechas largas y acopladas, vibrantes, y otra con la izquierda de calidad, arrastrando la muleta. A partir de ahí traca final de trincherillas, circulares y unas ajustadas bernadinas para cerrar. Ha pinchado Roca y la liberación esperada se ha perdido.

Roca Rey , ante su segundo. MANUEL MURILLO

El sevillano Pablo Aguado ha lidiado con el peor lote, pero él no ha pasado de tirar las tres cartitas. Si quiere aspirar a libertador, no puede pensar que con buen corte, un manojo de naturales sueltos y unas verónicas cadenciosas, se manda en esto. Otra cosa es que aspire a ser un torero artista de 20 corridas en sitios clave y en dinerito. Pero si quiere ser figura, la cosa no está para guardarse nada, aunque sus naturales coticen a 3.000 euros.

Con su primero, Pablo Aguado ha tenido que andar a media altura, sin acoplarse del todo al toro, el típico noble pastueño soso y con el recorrido justo. El medio torito ‘domecq’ de ahora, como todos los que se han lidiado. Ya saben. Pero claro, uno espera algo más porque ha andado citando fuera de cacho y guardando distancias inadmisibles en quien quiere ser figura del toreo. Hace falta más que arte y marca de esteta para echarle un pulso a Roca Rey en las seis o siete tardes que tiene por delante en los próximos compases de la temporada. En el saldo positivo, el toreo a la verónica; lento, con cadencia, pulcro, con la cadera quebrada y el mentón en el pecho. Ahí, gloria bendita, Aguado. Con el segundo, tampoco ha podido más que soltar algún muletazo de bello trazo porque el animal tenía poco material. Con el capote, de categoría, como toda la tarde.

Diego Ventura coloca una banderilla a su primero. MANUEL MURILLO

Lo de Ventura es fijo. Número seguro. Si no hay toro, hay caballos. Y caballero. Los toros de Los Espartales de hoy no han tenido alma, ni recorrido. Se han parado poco después de los primeros rejones y Ventura ha tenido que tirar de recursos, que le han servido más en el segundo de su lote que en el primero. Porque el primero se ha empezado en los medios y Ventura sólo ha tenido que girar intensamente a su alrededor clavando con mayor o menos ajuste dentro de las posibilidades del animal. Con el segundo de su lote, feo y basto aunque de nota un poquito más alta, Ventura ha tenido el material suficiente para clavar con precisión con los rejones de castigo y con las cortas, que es cuando ha alcanzado un mayor lucimiento, sobre todo en los pares a dos manos. Y luego que su cuadra pone en juego caballos como Velálquez, Nazarí o Bronce, con el que se ha recorrido toda la plaza al cabalgando hacia atrás en un alarde de capacidad que es una metáfora del rejoneo de Ventura: capacidad ecuestre cuando el toro falla.

Son las 00.00 y esperamos ya a Finito, que nos ha salvado de muchas. Pasaban aquellas ferias de ocho y diez festejos y te dabas cuenta de que venían todas las figuras pero al final tenías que agarrarte al Fino. Hoy retorna, junto a Morante. A ver si nos dan la carta de libertad y el galeón se convierte en manicomio.

Manifestación antitaurina

En los prolegómenos del festejo, los antitaurinos han realizado una marcha de protesta que ha concluido a las puertas de la plaza de toros, viviéndose algunos momentos tensos entre los participantes y los aficionados taurinos.

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Manifestación antitaurina Manuel Murillo