En la actualidad solo dos matadores de toros en activo representan a nuestra ciudad en el ámbito taurino. Parece mentira pero es así. Si echamos la vista atrás, de la segunda mitad del siglo XX hasta el comienzo de este, el plantel de toreros era impresionante. No había una feria taurina donde no estuvieran anunciados toreros cordobeses. Los tiempos cambian una barbaridad, no hay duda.

Uno de los dos toreros cordobeses en activo es Julio Benítez, que contaba 21 años cuando su padre, de paisano, le dio la alternativa en Los Califas. Aquella imagen única de que un torero sea doctorado por otro, vestido de paisano y encima siendo su padre, no se ha dado nunca en la historia del toreo. Una imagen que todos los presentes guardamos en la retina. Aquella tarde, Julio, el menor de los Benítez, le cortó una oreja al toro de la alternativa del hierro de Román Sorando. Han pasado trece años y Julio está con una afición enorme y mentalmente ilusionado. Quiere llegar a lo más alto y por eso no deja de entrenar.

--La primera pregunta es obligada ¿Dónde pasó el confinamiento?

---En la finca La Tierna. He entrenado a fondo porque está temporada, con mi nuevo apoderado, Mamerto López Díaz, que además es empresario, teníamos varios proyectos muy interesantes que se han ido al garete por el coronavirus.

-- Pero le veo ilusionado...

--A pesar de todo nunca he perdido la ilusión. Estoy yendo al campo, pero esta temporada es para olvidar. Es una pena que haya pasado esto, primero por las personas que se ha llevado para adelante y después porque del mundo del toro dependen muchísimas familias que están sufriendo una situación angustiosa.

--¿Se recuperará algo de aquí a octubre?

--La temporada no existe. Se van a celebrar algunos festejos, que es muy importante para que la gente no pierda el contacto con la fiesta y por lo menos no pase en blanco, pero eso no llena los grandes huecos que han dejado las ferias importantes. Este año, taurinamente hablando, es irrecuperable.

--La imagen que está dando el sector taurino, toreros, ganaderos, aficionados... aparentemente es de unidad ¿Lo ve usted así desde dentro?

--Por supuesto, estamos demostrando una gran unidad. Estamos involucrados toreros y ganaderos, que son los más perjudicados, y todos juntos estamos haciendo frente al problema. Yo pertenezco al grupo de matadores de toros que estamos organizados para sacar esto para adelante. Haría falta que se mojen las instituciones.

--Tampoco el Gobierno parece que esté muy interesado en ayudar al sector...

--El Gobierno está dejando sin ayuda a la tauromaquia ignorando que formamos parte del mapa cultural de este país. Y eso no es justo. Aparte de todo, este espectáculo mueve muchísimo dinero y aporta cantidades importantes a las arcas del Estado. Por lo menos debían verlo por esa vertiente.

--Hace trece años que tomó la alternativa. Si mira para atrás, ¿qué le queda por hacer?

--Prácticamente todo. Tengo muchos sueños y anhelos. A decir verdad, todavía no he comenzado mi camino. El año de mi alternativa fue muy bueno. Apenas acusé el paso del novillo al toro. Me placeé bastante y el público empezó a conocerme como matador de toros… Sin embargo, en el 2008, la suerte me volvió la espalda. Me hice daño en el hombro y perdí muchas actuaciones. Tal y como está esto, estar fuera del circuito acarrea los lógicos inconvenientes: te alejas del público, pierdes el contacto con el toro y sobre todo te afecta muchísimo anímicamente, porque quieres y no puedes. Fue un año para olvidar… y en 2009 una fea voltereta en México me ocasionó una lesión discal que me tuvo retirado. Todo eso se acumula y la consecuencia es que hay que volver a empezar.

--Pero entonces llega el coronavirus y marca la ruta...

--Claro, este año estaban previstos varios mano a mano entre mi hermano y yo, ya que Manuel no toreó el año pasado por su lesión en la cadera y yo por la lesión en la pierna del accidente que sufrí con la moto. También tenía en mente confirmar en Madrid y hacer el paseíllo en plazas como Sevilla, Valencia y otras... pero otra vez será.

--José María Garzón, el nuevo empresario de Los Califas puede entrenarse como tal en septiembre en la Velá de la Fuensanta. Si montara una corrida de toros, ¿le gustaría entrar en ese cartel?

--Sin dudarlo. Torear en Córdoba, ante mi gente, me apasiona. Me motiva sobremanera hacer el paseíllo en Los Califas. Ojalá pueda ser.

--¿Cómo ve a la afición de Córdoba? ¿Dormida? ¿Aburrida...?

--En Córdoba hay muy buenos aficionados, pero es necesario incentivarlos con imaginación. Hay que renovar y refrescar los carteles. La afición cordobesa necesita que la plaza de toros tenga vida. Todo el año cerrada desarraiga a la gente. No le crea el hábito de ir. La temporada no puede ser solo la feria de mayo. Se podían montar nocturnas y novilladas sin picadores para ayudar a los chavales. Ellos son el futuro. ¡Menuda labor hace la Escuela Taurina sin ayudas!

-- Si la situación se suaviza y vuelve la calma, ¿hará temporada americana?

--Este año no. El virus sigue haciendo de las suyas y en aquellos países hay muchos rebrotes. Es mejor quedarse en casa.

- -¿Ha correspondido Córdoba a la categoría y gloria que le dio su padre por todo el orbe taurino?. En una palabra: ¿ha sido Córdoba justa con Manuel Benítez ‘El Cordobés’?

-- Yo creo que sí. A mi padre lo nombraron Califa del Toreo, que es a lo máximo que puede aspirar un torero. A mi padre Córdoba lo quiere mucho, lo que pasa es que nuestro carácter es muy especial y no demostramos nuestros sentimientos en la medida que se debiera. Los cordobeses somos así.