Ganado: toros de Juan Pedro Domecq, primero y sexto con el hierro de Parladé, de parejas y armónicas hechuras, noblotes, justos de fuerzas y bajos también de raza, que en general se dejaron. El mejor, el tercero, extraordinario.

Enrique Ponce: estocada trasera y desprendida (oreja); dos pinchazos y estocada trasera (vuelta al ruedo tras aviso).

José María Manzanares: pinchazo y estocada (ovación tras aviso); dos pinchazos y estocada (ovación tras aviso).

Miguel Ángel Perera: pinchazo y estocada (oreja tras aviso); pinchazo, casi entera atravesada y muy trasera (oreja tras aviso).

El diestro Miguel Ángel Perera aprovechó la sustitución que cogió de Roca Rey para protagonizar una entregada actuación que le permitió mantener su idilio triunfal con la afición gijonesa, que le quiere como a pocos, y abrir la última puerta grande de la Feria de Begoña. Perera puso la plaza patas arriba desde que se echó de rodillas para recibir a su primero a la verónica y, ya de pie, por chicuelinas, amén de un quite posterior con el percal a la espalda en el que intercaló chicuelinas, saltilleras y gaoneras para rematar con una revolera invertida. Aquello era un manicomio.

Continuó el lío el extremeño con un apertura con dos pendulazos de hinojos y una primera tanda en los medios en la que llevó al buen juanpedro muy cosido a la franela. Otra tanda más por ese lado, todavía más ajustada y mandona dio paso al toreo por naturales de largo y cadencioso trazo, en lo que fue una faena muy compacta y muy completa de Perera, a que se le vio tremendamente a gusto. Un pinchazo antes de la estocada definitiva redujo el premio de dos a una oreja.

El sexto fue un toro mucho más limitado que el anterior, pero también se dejó para que Perera se mostrara muy autoritario en los medios para gobernar las insulsas acometidas del juanpedro, al que sacó todo lo que tenía dentro en una labor abrochada con alardes en la distancia corta. A pesar de la falta de contundencia con la tizona cortó la oreja para la Puerta Grande.

Ponce le cortó una oreja a su primer toro, al que pasó sin apreturas en muletazos de uno en uno, algunos de ellos de bella firma.