Ganado: Dos toros de José Vázquez (1º y 2º), dos de Garcigrande (3º y 6º) y dos de Zalduendo (4º y 5º) desiguales de presentación y de poco juego. La excepción fue el cambiante segundo. Nobles y sin raza, primero y tercero; descastados, flojos y parados cuarto y quinto; y con genio y complicado, el sexto.

Julián López, el Juli, de azul marino, oro y remates blancos: estocada fulminante (oreja); y estocada enhebrada, dos pinchazos, estocada arriba y dos descabellos (silencio); y pinchazo hondo y dos descabellos (silencio).

Diego Urdiales, de añil y oro: dos pinchazos, estocada delantera, otros dos pinchazos y tres descabellos (ovación tras dos avisos); pinchazo, estocada y descabello (silencio); y estocada y descabello (oreja tras aviso)

En cuadrillas, Iván García saludó tras banderillear al quinto.

La plaza registró tres cuartos de entrada en los tendidos.

Los diestros Julián López, el Juli, y Diego Urdiales cortaron una oreja cada uno al término del mano a mano de ayer en la feria de Logroño, trofeos de distinto peso específico, pues, si la del primero fue condescendiente, la del segundo vino a reconocer que el mejor toreo salió de sus trastos.

La tarde ya empezó mal. La presentación del primero del Juli, de José Vázquez, fue, cuanto menos, reprobable. Un toro chico que, además, salió corretón y sin fijeza en los primeros tercios. Al toro le faltó raza y le sobró sosería, de ahí la falta de emoción global por más que Julián trató de esforzarse con él en la distancia corta. Con la espada estuvo muy bien, quizás a lo que se agarró la parroquia y el presidente para concederle una oreja.

El tercero, de Garcigrande, no aportó tampoco gran cosa, un toro que iba con la cara natural, justo de casta, pese a su innegable nobleza. La gente aquí anduvo más exigente con Julián López. No estuvo certero con la tizona y fue silenciado.

Peor aún le fue al Juli con el descastadísimo y muy flojo quinto, de Zalduendo, que se vino muy abajo en el último tercio, andarín y de lo más claudicante. El Juli anduvo por ahí, intentándolo, sin obligarle, pero los olés de guasa por parte de los tendidos le animó definitivamente a abreviar.

Más allá del trofeo cortado por el madrileño, lo mejor de la tarde llevó la firma de Diego Urdiales en su primero, un toro de José Vázquez de lo más cambiante. Suelto de los capotes, entró hasta seis veces en el caballo, donde salía huido nada más notar el hierro. En banderillas tampoco acabó de definirse.

Y cuando todo parecía que iba a ir por los derroteros de la decepción, apareció la poderosa muleta del torero de Arnedo, que se dobló muy bien por abajo en las probaturas, obligándole mucho hasta lograr sacarlo a los medios totalmente sometido.

Pero del éxtasis se pasó a la desilusión más absoluta cuando el riojano se lió a pinchar con los aceros, cambiando las dos orejas por dos avisos y una gran ovación.

El cuarto fue un mulo que, para más inri, llevó una lidia de lo más desastrosa. Urdiales desistió con buen criterio.

La oreja sí la logró del complicado y exigente Garcigrande que cerró la tarde, un toro con genio, difícil de verdad, con el que Urdiales se fajó en una labor firme y de muchos arrestos, tragando de verdad y corroborando que, pese al empate técnico, el mano a mano se lo llevó él.