Dos parámetros para medir la feria taurina de Córdoba, lo artístico y lo económico, lo que ocurrió en el ruedo y la respuesta del público, y sobre ambos hay unanimidad: notable balance en el global de actuaciones, con unos números de 14 orejas y tres puertas grandes en solo tres festejos mayores, y suspenso en asistencia de espectadores, con media entrada como la más alta.

«A nivel artístico ha habido cosas muy importantes y es, de las de los últimos años, en la que más orejas se han cortado», afirma José Cutiño, al frente de la gerencia de la plaza con la empresa Fusión Internacional de la Tauromaquia (FIT). De su lado, para el presidente de la Sociedad Propietaria de Los Califas, Rafael Centeno, ha sido «artísticamente fabulosa».

A pie, la corrida del ciclo fue la del sábado, la de la tarde inspirada de Finito, el toreo bello de Morante y la entrega de Roca Rey. La Puerta de Los Califas se abrió solo para el sevillano, pero atendiendo al listón establecido para descorrer el cerrojo, bien podía haber sido compartida por Finito. Y es que el cordobés ofreció una actuación de altos vuelos, con tanta técnica en el planteamiento como exquisita expresión en la ejecución, ganándose una oreja en cada uno de sus toros.

Sin duda, el cordobés pagó el abrir plaza y no logró que la presidencia se calentase como hizo luego con Morante. Para este, que apenas quiso ver a su primero, fue el doble trofeo en el quinto, tras una faena a media altura cargada de temple y plasticidad. Eso en una tarde en la que Roca Rey fue la disposición, el querer y la porfía para obtener una oreja en cada uno de sus toros, dos ejemplares de Juan Pedro Domecq, como el resto, justos de presentación y fuerzas, pero nobles.

El día de antes fallaron, sobre todo, los toros, pero también las espadas. Especialmente a El Juli en el primero de su lote, un sobrero de Virgen María en el que mostró mucho dominio y mando. Nada pudo hacer con su segundo, uno de Daniel Ruiz imposible que, como al resto del encierro, le faltó fuerzas y casta hasta la desesperación. Con semejante material todavía cortaron una oreja Ponce y Gines Marín. El primero, estrellado en el inválido que abrió plaza, lo logró gracias a su habitual despliegue de suavidad, tiempos muertos y ceremoniosidad, lo que hizo olvidar a los tendidos la falta de toro. Y el segundo, por el buen trazo en series de tres, unas bernardinas y una buena estocada al tercero.

En el cierre de rejones, lección de Diego Ventura, que cruzó a hombros la Puerta de Los Califas junto a Andy Cartagena tras repartirse tres orejas cada uno. Lo de Ventura fue un catálogo completísimo de suertes a caballo. La plaza fue un clamor con su toreo de costadillo, sus piruetas y un par a dos manos colocado tras quitarle la cabezada al caballo. Magistral Ventura, mientras Cartagena se apoyó más que nada en la espectacularidad de los adornos. Se fue de vacío, en cambio, una desacertada Lea Vicens.

El público

Sin embargo, frente al buen nivel artístico -en la becerrada homenaje a la mujer cordobesa también se contabilizaron las puertas grandes de Josué Hidalgo y Fuentes Bocanegra-, la feria suspendió a la hora de atraer espectadores. El empresario José Cutiño no duda en reconocer que «esperábamos más asistencia» ya que eran «carteles muy rematados» y «hemos puesto muchas medidas de promoción», como el acuerdo para beneficiar a los abonados del Córdoba CF, el palco infantil -en el que ha llegado a haber 85 niños- y el tendido joven, «que sí que ha sido un éxito», superando el doble de abonados del año pasado y llegando a ser más de 450. Pero, en general, y aunque en la de rejones hubo «un poquito más de gente que el año pasado, el público no ha acudido en la medida que se espera para carteles de este fuste», señala Cutiño. Algo que comparte el presidente de la Sociedad Propietaria. «En una feria de seis puestos, había seis top ten del toreo a pie, pero… Una pena la poca gente que ha habido, porque estábamos ilusionados en una asistencia más masiva».

¿Y a qué se debe esta floja respuesta en las taquillas? Centeno apunta que «diez días son pocos» para poner a la venta las entradas, que hace falta «más tiempo y, además, no se trata de despachar, sino de vender, sobre todo en una época en la que a un golpe de clic la oferta de ocio es grandísima». Según Centeno, la FIT ha hecho cosas muy bonitas, como «el año pasado lo de Manolete, el palco infantil o el tendido joven, una iniciativa que hay que darle continuidad porque puede ser muy bueno para el futuro», pero a pesar de esto y de los carteles «rematados»… Quizás «la coincidencia con San Isidro, la mala pata de la Champions…», apunta.

La situación, en cualquier caso, «no es nueva en Córdoba», recuerda Cutiño. «No sé si la ubicación del recinto ferial y la plaza… Lo que está claro es que desde nuestra empresa venimos poniendo la máxima ilusión y toda la promoción posible», asegura el empresario tras una feria saldada con notable en lo artístico y suspenso en asistencia de público.