2017 es un año en el que Manolete está en la mente de todos. Porque se han cumplido cien de su nacimiento y ahora, en estos días, se cumplen setenta de su desaparición. Y Córdoba, la Córdoba cuna del toreo, cuyo nombre paseó con gloria y triunfo por todo el orbe taurino, se ha tenido que hacer eco del acontecimiento. Y, como no podía ser menos, pregonar a los cuatro vientos -pese a quien pese- que siempre ha estado orgullosa y lo seguirá estando de que una figura de la talla de Manolete naciera y se criara entre nosotros aunque nos dejara a muy corta edad.

Muchos actos de toda índole se han celebrado organizados por entidades oficiales y particulares, peñas y clubs taurinos, varias exposiciones, con mayor o menor éxito o relieve, pero encaminados todos a realzar la memoria de Manuel Rodríguez. Ahora continuarán otros actos, con motivo de cumplirse el aniversario de la muerte. De lo celebrado hasta ahora no queremos hacer crítica. ¿Se consiguió dotarlos de la categoría suficiente? Pensamos que algunas veces. Hubo de todo como en botica. Quizás la cantidad superó a la calidad. Pero la grandeza del torero merecía lo mejor. Por nuestra parte, confesamos que no fuimos testigos de una mayoría de actos. Asistimos a muchos, atraídos unas veces por el prestigio de los participantes y otras veces por verdadero compromiso. Pero la verdad es que no nos resulta agradable escuchar largas charlas, a estas alturas, sobre la figura de Manolete. Sobre lo que fue en el toreo y sobre su vida privada. Manuel Rodríguez Sánchez ha sido con carácter mundial una de las figuras sobre las que más tinta se ha vertido. En prosa y verso ha acaparado la atención de tanto escritor que ha batido todos los records. Está de más que ahora vengan a decirnos detalles íntimos de su vida, historias que nos cuentan personas que poca relación tuvieron con su entorno. Yo, con razones para conocerlas de buena mano, no escuché nada parecido. Eran otros tiempos. Y otras maneras de pensar y de ser.

Mi padre, José Luis Sánchez Garrido, José Luis de Córdoba, vivió aquella época gloriosa. Y además fue amigo particular del torero. Una gran suerte. Por ello le he envidiado siempre. Casi ná, que diría un castizo. Murió en el año 2007, cuando contaba 92 años. He oído relatar a varias personas -había quien aseguraba haber sido testigo- una anécdota sobre él relacionada con el torero, cuando ya gozaba de una fama extraordinaria. Manolete había citado en la puerta de su casa a varias personas para asistir a una tienta en el campo. Entre ellos estaba José Luis Sánchez, que, cuando se dirigía al lugar de la reunión, tuvo un encuentro y una obligación que atender que le ocupó buen tiempo y se tradujo en un considerable retraso. Manolete y sus amigos estaban a la espera, cuando hubo quien le insinuó -quizás sin muy buena intención- qué, cómo siendo un torero de tan excepcional categoría, esperaba pacientemente a un periodista. Manolete le respondió de inmediato:

-Es que José Luis, además de periodista, es amigo.

Eso ocurría en realidad. Manolete y José Luis de Córdoba fueron amigos desde la infancia. Y amigos de verdad. A esa conclusión llegué después de vivir con el periodista hasta su muerte. En mi casa siempre se ha venerado la figura del torero, como si fuese de la familia. José Luís de Córdoba escribió mucho sobre él. No se cansó nunca. En sus principios, y en todo momento, cuando, paso a paso Manolete consiguió encaramarse y erigirse en la figura indiscutible de su época y de muchas épocas, José Luis estuvo de su parte. En el año 1943 ya escribía, con Rafael Gago, la primera biografía de Manuel Rodríguez. En este periódico tuvieron reflejo fielmente los momentos más sobresalientes de las etapas taurinas del coloso cordobés, en la mayoría gracias a la pluma de José Luís Sánchez Garrido, que formaba parte de la redacción fundacional de CÓRDOBA. Mucho escribió de actuaciones de Manolete y de la vida del torero. No estuvo, sin embargo en Linares en la fecha trágica. En aquellos momentos el ambiente era enrarecido y decidió quedarse en Córdoba. Me contaba que tuvo noticias de la cogida de Manolete, hizo la información correspondiente y, sin darle excesiva importancia a lo sucedido, se fue a descansar. Después, un ordenanza del periódico -Baldomero, de nombre- acudía de madrugada a mi casa, en la calle Conde de Torres Cabrera, para aporrear la puerta, despertar a todos, y transmitirle a mi padre la fatal noticia -recibida por el teletipo- del fallecimiento de Manuel Rodríguez. Inmediatamente, se dirigió al periódico donde se pusieron en marcha los mecanismos de lanzamiento de una edición especial. La inmortalidad de Manolete, Ha muerto el mejor torero de todos los tiempos, eran los titulares de un comentario de José Luis de Córdoba en la edición especial de CÓRDOBA.

Aquellos días la noticia de la muerte de Manolete fue de primera plana en toda la prensa. El hecho de que el coloso cordobés, en la cumbre de la fama, haciendo gala del pundonor y la honradez que había acreditado durante toda su carrera, resultara muerto en la feria de un pueblo, dio la vuelta al mundo. Comenzó entonces la transformación en mito de Manuel Rodríguez Sánchez.

El reto del periodista // José Luis de Córdoba, que había escrito mucho y bueno sobre el famoso torero, informando puntualmente de sus triunfales andanzas por los ruedos, debe entonces de afrontar el reto de difundir y hacer público el sentimiento y la impresión que vive Córdoba, después de una perdida tan irreparable. El periodista, aparte de sus obligaciones habituales en CÓRDOBA -información local, municipal, sucesos, cofradías- continuó muchos años ejerciendo la crítica taurina. Y se convirtió en el autor de numerosos libros del citado tema taurino, sobre la historia de Córdoba -tan grande en este y en otros muchos aspectos- y especialmente sobre su ídolo, algunos de los cuales hubo que publicar en varias ediciones. Fiel a Manolete se mantuvo en plan de celoso guardián de su memoria, siempre dispuesto a defenderla contra quienes intentaron mancillarla. Que también los hubo. Y en cantidad. Ya se sabe lo que ocurre con los que triunfan en tal medida. Mantenerse cuesta mucho trabajo.

Sánchez Garrido interviene también en otros hechos puntuales de la vida del torero y es el promotor -una vez fallecido el diestro- de la corrida promonumento de la que se iban a obtener ingresos para la construcción del monumento de la plaza del Conde de Priego. Independientemente de cuanto escribió en su periódico CÓRDOBA y en otras publicaciones sobre Manuel Rodríguez Sánchez, después de la tragedia de Linares y hasta su fallecimiento en 2007, por las fechas que vivimos, de aniversario de la tragedia, dedicaba un articulo -más o menos extenso- a recordar al mito, Pese a su jubilación continuaba colaborando y ésta era una de sus obligaciones a las que no podía renunciar. Se dio el caso de que el año en que fallece -en el mes de abril- aprovechando algunos momentos de lucidez de los que disfrutó hasta sus últimos días, ya había escrito un borrador -casi ininteligible- de su recuerdo anual a Manolete. Para publicar en agosto, decía una nota adjunta.

Desde entonces y hasta la fecha ha supuesto para mí un gran orgullo ocupar brevemente el sillón paterno para mantener este recuerdo tradicional al coloso Manolete. Perdonen mi atrevimiento, pero reconozco que hoy me he pasado en referencias a mi padre. Es lógico. Los veo, a ambos, como dos grandes personajes, salvando las diferencias. Y ya que se me da, aprovecho la ocasión para comunicar que buena parte del fondo documental de José Luis de Córdoba se encuentra depositado en el Ayuntamiento por sus herederos, finalidad que era deseo del periodista y que hemos conseguido gracias a la buena disposición de los regidores municipales, contando con la incondicional colaboración de la directora del Museo Taurino, Mercedes Valverde.

Termino ya. Manolete es y seguirá siendo un mito en la historia del toreo. Con una personalidad fuera de lo normal, Manolete fue excepcional como torero y como persona. Me causa verdadera pena no haberle conocido.