POZOBLANCO / FERIA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES

Al desnudo con los de Alcurrucén

Al desnudo con los de Alcurrucén

Al desnudo con los de Alcurrucén

RAFAEL DE LA HABA

Ganado: dos toros de La Castilleja para rejones, con poca cara y dejándose hacer, y cuatro de Alcurrucén en lidia ordinaria, aceptables de presentación --aunque desiguales entre sí-- y de notable juego, excepto el que hizo segundo de la tarde. El tercero fue un toro importante, encastado y con codicia; el quinto tuvo por igual temple, recorrido y brío, y el sexto, noble.

Fermín Bohórquez: pinchazo, rejón muy caído y contrario, otro rejón trasero y dos descabellos (silencio); y rejón muy trasero y contrario (vuelta al ruedo).

Al desnudo con los de Alcurrucén

Al desnudo con los de Alcurrucén

Manuel Jesús 'El Cid': estocada que hace guardia, otra que asoma y descabello (silencio tras aviso); y media estocada tendida y dos descabellos (oreja tras aviso).

David Fandila 'El Fandi': estocada (oreja); y pinchazo, estocada trasera y tendida (oreja tras un aviso).

Incidencias: al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Paquirri, al cumplirse el 31 aniversario de su mortal cogida en esta plaza.

Plaza: Los Llanos (Pozoblanco). Media entrada en tarde de nubes y claros.

Hubo toros, sí. Buenos toros. Tres toros para dos toreros. Tres notables de Alcurrucén para El Cid y El Fandi. Y también tres orejas. Una y dos por cabeza. Incluso puerta grande. La del último. La del granadino. Pero fue triunfo sin serlo. El de los espadas, claro. Sí lo fue el de los toros. Sí el de los de Alcurrucén. Ganado para torear, para poder, para dominar, para templar... Para descubrir toreros, en lo bueno y en lo malo. Y esto último resultó: al desnudo los de a pie con los de Alcurrucén.

Lo del Fandi, con el lote de la corrida, lo más revelador. Con su primero, el toro de la tarde, por encastado, codicioso y repetidor, simplemente no pudo. Incluso por momentos estuvo desbordado. Acelerado, escondido en la colocación, quitando la muleta para que no tuviera continuidad la embestida, movido de planta, intentando asfixiar al animal para tomar resuello él... Muy por debajo de la importante condición del ejemplar de Alcurrucén. Incluso ramplón en lo accesorio, vulgar como el adorno de farolillos que colgaba de las localidades de barrera a modo de guirnaldas --impropio de una plaza con tanto sabor, como lo fue el retraso en el comienzo del festejo porque la banda paseó el ruedo interpretando un pasodoble; eso en los prolegómenos, no cuando el presidente saca el pañuelo--. Pero El Fandi mató, y mató a la primera, y el toro rodó espectacular y el público, que había seguido la faena sin que saliera un olé del tendido, prácticamente en silencio, le pidió no una, sino dos orejas. Curiosa reacción; curiosa valoración. Menos mal que el presidente impuso algo de cordura.

Pero tampoco con el noble. Porque si aquel requería mando, el sexto pedía amén de temple, que a veces lo hubo, también fondo, expresión... Pero ni una pizca de sabor, de sentimiento o de pellizco hubo. Corrección sí, pero con el animal yendo y viniendo entre muletazos a granel, aquello no decía nada. Tampoco el público. Otra vez siguiendo en silencio el último tercio. Hasta que llegaron los redondos, los molinetes, los rodillazos... Antes nada. De muleta, nada. Sí capote bullidor y variado (como en el primero de su lote). Sí banderillas en cuatro pares espectaculares (mejores los tres que colocó al tercero de la tarde), con el público entregado. Pero toreo... El caso es que El Fandi mató, claro, y para él otra oreja; y una y una, dos, y puerta grande.

Al desnudo El Fandi con los de Alcurrucén, y al desnudo El Cid. El primero no le ayudó, cierto. Medido de fuerzas, le costaba entrar, y cuando lo hacía, protestaba. Labor sin lucimiento y, además, rematada muy mal con la espada. Pero su segundo --sobrero en sustitución de un titular que blandeó--, sí. Templadito por el izquierdo, dejando estar al torero sin agobios, además embistió con brío y recorrido por el derecho. Pero ni por allí ni por aquí. Con la zurda no se acopló en los inicios de faena y con la diestra, un punto acelerado, estuvo más en componer la figura. Y aunque mediada la faena firmó una serie de naturales más conseguida y algún derechazo hondo, demasiados altibajos en el conjunto. Un muletazo sí y dos no; unas veces dando distancia y otras acortando los terrenos... Faltó cuerpo, faltó categoría ante un toro que exigía mucho más. Aunque cayera la oreja.

Y a caballo... Fermín Bohórquez fue un visto y no visto en su despedida de Pozoblanco. Pues nada, adiós, que parecía tener prisa el hombre. Sin adornos ni toreo entre suertes en su noblón primero, al menos estuvo más animoso en el buen cuarto, pero igualmente se mostró fácil al clavar y lo hizo todo con una rapidez... Eso sobró ayer, la aceleración de unos y otros. Y polvo... Menuda polvareda allí abajo.

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