El malagueño, que puso toda la carne en el asador ante sus dos enemigos, se mostró "contento" con su primero, "al que de haber matado mejor hubiera cortado una oreja". Sobre el que cerraba plaza apuntaba que "lo he dado todo, ya que no se me puede ir un toro por falta de actitud", añadiendo como todo el público había corroborado que por el pitón izquierdo "era muy peligroso, pero tenía que ponerme".